martes, 24 de junio de 2014

Los niños perdidos

El mismo día que informaban de la concesión del premio Príncipe de Asturias a Antonio Muñoz Molina, yo estaba midiendo una casa cueva. El dueño, un hombre de unos 40 y pico años, me contó entusiasmado que durante su adolescencia, cuando estudiaba en el Instituto Virgen de las Nieves de Granada, junto al antiguo manicomio, un día le llevaron a El Escritor para que les diera una conferencia. Un hombre que, según sus propias palabras, estaba destinado a mantenerse alejado de todo lo que oliera a literatura, desde ese día lo ha seguido con bastante asiduidad (aunque confiesa que le cuesta mucho trabajo entender sus libros). 

Foto: La mirada, del blog de Antonio Muñoz Molina

Me pregunto si El Escritor es consciente de la influencia que ejerce sobre algunas personas, de cómo las hace cambiar. Este blog, por ejemplo, jamás habría existido si no hubiera descubierto el suyo (que una dislexica se ponga a escribir todos los días por voluntad propia -y que además disfrute- es tan raro como que un sordo se ponga a componer música). 

Ahora su blog se cierra (lo hemos decepcionado o hecho enfadar). Siempre temí ese momento (el tiempo del que disfrutamos cada uno, a fin de cuentas, es lo que realmente tiene valor, y Antonio Muñoz Molina ya nos había regalado mucho del suyo). Pensé que sería un distanciamiento paulatino, que sus instantes se dispersarían en el tiempo, hasta que se produjera una muerte natural. Pero hemos sido cercenados de un solo machetazo e inesperadamente ¡zas! 

Si fuera capaz de expresarme y hacerle comprender el agradecimiento que siento por todo lo que nos ha regalado, estas palabras serían uno más de los muchos comentarios de gratitud que está recibiendo hoy. En lugar de eso, estoy en este rincón, lamentando de antemano la pérdida inevitable -por el distanciamiento- de algunos coblogueros, quienes jamás me excluyeron, sin importar que no fuera una intelectual como la mayoría de ellos, y quienes siempre me arroparon. A Antonio Muñoz Molina jamás lo perderemos, aún nos quedan sus libros y los artículos semanales en El País. 

Ahora, a sus seguidores, nos toca vagar por el ciberespacio, como si fuéramos niños pequeños que se han soltado de la mano del padre, en busca de a quién aferrarse para volver a sentirse seguros. 


6 comentarios:

  1. Me ha emocionado tu entrada, BK. Siento algo parecido y no sabría expresarlo como tú.

    Charly

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    1. Nos ha dejado a todos muy alicaídos Antonio Muñoz Molina... si al menos hubiera dado indicios de lo que estaba pensando, habríamos estado preparados.

      Muchas gracias por tu comentario.

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  2. Bk estoy contigo, ahora y desde que te conocí en el blog de AMM y luego en el tuyo propio. Y entre otras muchas cosas te admiro por esto que dices "que una dislexica se ponga a escribir todos los días por voluntad propia -y que además disfrute- es tan raro como que un sordo se ponga a componer música" pues mi padre era sordo y músico... Tienes un mérito y un potencial querida q ni te imaginas!!! Tranquila que nos van a abrir otra opción para q no nos perdamos entre nosotros, estoy segura. Abrazos!

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    1. Qué bonito lo de tu padre.

      Aunque no sea de la mano de AMM, seguro que nos encontramos en el ciberespacio, o, al menos, nos volveremos a encontrar en cualquier parte cuando AMM publique otra novela.

      Muchas gracias por tu comentario.

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  3. Soy Montse, y tb lo era en el anterior comentario, aunq tu blog me ha dado una nueva identidad q no me gustaría usurpar a nadie, je, je.

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    1. Mi blog a veces hace cosas muy extrañas. Será cosa de los Gremlins

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