jueves, 5 de junio de 2014

Los miedos

Conocía dos formas de estar asustada, de tener miedo. El miedo súbito, producido por un peligro inminente, que te reseca la boca, produce presión en la vejiga y da la sensación de estar dentro de una pesadilla; y el miedo lento, que primero se teme y se piensa en él y de súbito, un buen día, se presenta. 

Uno de mis temores más persistente es que le ocurra algo malo a mi madre. Recibir una llamada de la policía pidiendo que me presente en un hospital por un asunto grave o llamar a su puerta y descubrir que ya no está. Si delatara mis miedos a alguien como mi tío Fermín, seguramente intentaría convencerme de que para nada sirve anticiparse a un hecho que es posible que jamás se produzca. Pero es algo que no puedo evitar, como tampoco puedo evitar pensar en que a Guille le puede ocurrir algo malo cuando está en la carretera o volando. 

Ayer ocurrió lo temido: me llamaron desde el Hospital Carlos Haya. Pasé casi todo el día junto a mi madre. No fue nada importante. Una revisión ordinaria y la reacción excesiva de una doctora novata a una subida de tensión. 

Volví a casa de madrugada y al verla vacía, descubrí otro miedo, aún no muy definido, extraño, nuevo. Creo que tengo miedo a la soledad. 

4 comentarios:

  1. De antemano me disculpo si mi comentario llega a ser machista o incluso discriminatorio contra las mujeres. Según mi criterio personal, la forma de pensar de los hombres, pues es muy distinto a las mujeres. Los hombres bien pueden sufrir de fobias, miedo súbito, pero su característica de "sólo alcanzar el objetivo" le reduce al punto de obviarse la preocupación por el "miedo lento". Esto no ocurre con las mujeres, pues ellas observan y cuidan mucho mejor su entorno, con una capacidad innata para multitareas (los hombres no podemos cocinar dos comidas al mismo tiempo, siempre se nos quema una), por lo que siempre tomarán en cuenta a los "factores no controlados" como miedos lentos.

    Como especímenes de muestra me tengo a mí, mi hermano, mi jefe, mi padre, incluso mis amigos; por otro lado, mi mamá, mi ex, mi jefa, mis amigas (en el sentido estricto de la palabra, los chistes dicen que para los hombres no existen amigas, eso es totalmente falso), Sé que es una población pequeña como para levantar datos concluyentes, pero para mí es suficiente.

    Respecto a la soledad... Yo siempre he dicho que es mi fiel acompañante, siempre está a mi lado cuando nadie lo hace. Es mi íntima amiga, conoce mis secretos más oscuros, mi anatomía como nadie, y su presencia por la casa se inunda cuando cierro las puertas. Dejemos lo poético. El ser humano como ser de sociedad le es anti natura estar sólo, pero las condiciones impuestas por la sociedad misma nos obligan. Para muestra de que no nos gusta estar sólo, es que tu extrañas a Guille y yo prefiero estar en la calle que en la casa. Por cierto, respecto a la soledad, mira este videoclip https://www.youtube.com/watch?v=7O9PWmvlwlw

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    1. Ja, se nota que no has conocido a algunas de mis compañeras de piso. Para ellas las multitareas sólo se reducían a hablar y hacer algo más: hablar y depilarse, hablar y pintarse, hablar y vestirse... cuando tocaba trabajar, como eran incapaces de hacer dos cosas a la vez (estar enfadadas y limpiar era impensable), terminaban escaqueándose de sus obligaciones.

      Tienes razón: somos animales sociales y tendemos a preferir estar acompañados (a excepción de algún bicho raro). Creo que por eso tiene tanto éxito las redes sociales, los chats y los foros (aunque sea en la distancia, queremos estar acompañados).

      Hasta el final que se desveló la razón de la canción, pensaba que se estaba hablando de una mujer (qué bonita).

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  2. Cierto que a nada conduce anticiparse con el pensamiento a hechos trágicos, que tal vez no ocurran. Pero, ¿como se controla el pensamiento?.
    Me alegra saber que lo de su madre fuera solo una alarma por una subida de tensión. Conozco esos casos, personales y muy próximos. Afortunadamente, también los hemos superado.
    Yo no creo tener miedo a la soledad: Lo afirmo. Mas que nada a la nocturna.

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    1. La soledad que más se nota es la que viene después de estar en una casa llena de gente. De la soledad nocturna tal vez no me dé tanta cuenta como la mayoría de gente porque suelo tener unas noches muy ocupadas: me gusta trabajar de noche, es más fácil concentrarse.

      Por lo general, a la gente le da más miedo un tajo en un brazo o la cabeza que una subida de tensión, pero viendo a lo que puede llegar, debería ser al contrario.

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