lunes, 16 de junio de 2014

Hagámonos faquires

Tengo deformación profesional. Cuando paseo por la ciudad, me es imposible no darme cuenta de esos muchos pequeños defectos que hacen al ciudadano la vida peor. Bordillos demasiados altos para poder ser salvados por una silla de ruedas, losetas despegadas del pavimento, socavones que formarán charcos cuando llueva, bolardos que interrumpen el paso en aceras demasiado estrechas... Sabía que el deterioro de la ciudad, la mala praxis constructiva y los meteoros (la nieve y la lluvia principalmente) hacen de la ciudad una jungla. Lo que no imaginaba es que ahora también hay que luchar contra la mala leche e inconsciencia de algunos descerebrados. 

En el primer despacho que trabajé, había una compañera que se obstinaba en proyectar escaleras tan incómodas como permitía la normativa: huellas muy estrechas, tabicas muy altas, escalones compensados... quería malgastar el mínimo espacio posible en la escalera para utilizarlo en las habitaciones vivideras (esa era su excusa). Si se le objetaba que una persona mayor tendría muy difícil subir y bajar la escalera que había diseñado, decía que todos estamos obligados a mantenernos en forma. Daban ganas de darle un pisotón y destrozarle un pie para que comprendiera que nadie está a salvo de sufrir un accidente y ver mermada su capacidad de movilidad.

Las ciudades deben ser cómodas y seguras. Y las autoridades deben vigilar para que así ocurra y prohibir que la rabia que una persona siente por los indigentes pongan en peligro la vida de muchas otras.


¡Cómo me cabrea la imagen de la fotografía! La cogí de El País digital, de un artículo que venía ayer. Nos rasgamos las vestiduras porque en Gran Bretaña ponen pinchos en el suelo para evitar que los indigentes duerman en los rincones resguardados de algunos portales abiertos. Aquí somos mucho más brutos: aquí colocamos lanzas de hierros que puede que cumplan su injusto cometido, pero también ponen en peligro la vida de los ciudadanos. ¿De qué retorcida mente habrá salido semejante despropósito? Algunos ejemplos: niños que juegan por la calle y se van empujando... ¿qué ocurriría si uno de ellos cae contra la ferralla del banco? La señora que pasea con su perro en la fotografía, el perro se asusta, enreda la correa en las piernas de su dueña y la mujer cae en las púas. Una persona con visión reducida que no se percata, por ser del mismo color que el cemento, de los hierros en punta que esperan a sus confiados glúteos... Hay que ser salvaje para querer quitarse un problema creando un peligro. Deberían multar a quien se le ha ocurrido semejante salvajada. En la obra nos obligan a que la ferralla esté protegida con sombreretes rojos en forma de seta, como el de la imagen de abajo, y eso que en la obra los hierros se cortan horizontalmente, y no son lanzas a la espera de presas. 


6 comentarios:

  1. Aquí respectos a esos salientes somos más prácticos, sean tuberías o cabillas le ponemos un "pote" de jugo vacío proveniente del desayuno, los usamos para tomar agua y lo volvemos a poner. Seguridad ante todo. Si no hay envases de jugo, sirven los de refresco y en el más precario de los casos le ponemos zapatos rotos.

    Al menos en mi ciudad, los arquitectos se han preocupado bastante por esos rincones aprovechables por indigentes, que siempre hay, aunque son muy contados. En vez de ellos, son borrachos que no hayan dónde caer y utilizan dichos rincones, si es que lo encuentran para recuperar fuerzas y seguir tomando. Los arquitectos, para reducir esos rincones, o bien lo rellenan con vegetación, o simplemente lo eliminan para darle más espacio al interior de la edificación.

    Lo de las escaleras... Mamá siempre ha sufrido de las piernas. No hay nada que me empu... más que unas escaleras incómodas, sobre todo si son tipo caracol, con huellas estrechas, tabicas superaltos y para rematar sin uniformidad... como las de la oficina. A menudo las bajo para hacer ejercicio físico y de concentración, porque hay que mantenerse atento para bajarlos, de lo contrario... bueno el hospital está relativamente cerca.

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    1. El truco de los botes (latas en nuestro caso) lo utilizamos al principio de la obra. Había más armaduras en espera que setas habíamos pedido y al final tuvimos que recurrir a lo que encontramos por las cercanías. Daba muy mala impresión: todos eran latas de Heineken.

      El sentido común dice que la solución correcta sería eso: una jardinera... pero aquí la gente no piensa, se impone la mala leche.

      No sé si por ahí tenéis el dicho: En casa del herrero, cuchillo de palo. En el colegio de arquitectos de Granada, que supuestamente debería cuidar todos los detalles en la construcción, tiene en la última planta un montón de escaleras de caracol tan incómodas como la de tu oficina, además, están en un pasillo y no sólo corren peligro las personas que la suben o bajan, también las que caminan medio despistadas y se dan un trompetazo contra los escalones salientes. Han terminado poniendo protecciones muy cutres, con cartón y cinta americana, en los lugares más peligrosos. Lo malo es que tenemos más cerca el cementerio que traumatología.

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    2. No sólo existe el dicho, lo vivo a diario en la oficina. Al aire acondicionado se le dañó la parte de la circuitería en donde se ubica el sensor para la señal de control remoto y no encontramos el repuesto. Por eso sólo tiene la configuración predeterminada: 28 C. Hemos hecho más de 15 reemplazos de esas circuiterías por un sistema de control más... primitivo, en una obra, ya te contaré luego el por qué, pero le sigo colocando un trozo de goma-espuma encima del bulbo sensor de temperatura para "engañar al equipo". Mi jefe dice que no pierde las esperanzas de encontrar el repuesto, aunque ya va más de un año y lo veo sin mucho interés en buscarlo.

      Por cierto, al parecer ya serían dos Colegios los que tienen ese problema. Aquí, arquitectos e ingenieros se agrupan en un mismo colegio, y el edificio completo... arquitectura, mecánica, instalaciones sanitarias... no está muy... acorde a lo que debería ser.

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    3. Otro ejemplo del cumplimiento del refrán: el despacho donde trabajo ahora. Los arquitectos debemos hacer que se cumplan todas las normativas municipales, pero casi todo el ático es un exceso de edificabilidad no permitida en esta zona.

      Qué calor 28ºC, Para eso, mejor un abanico. Con la pereza que entrar cuando hace calor y las pocas ganas de trabajar que entran.

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  2. No soy profesional en este caso, pero padezco es deformación ¡desde siempre!. Me fijo en todos esos detalles y me indigna la incomodidad y el peligro por incapacidades, negligencias o lucro y, desde luego, nunca entenderé que por atajar un mal se provoque un peligro o un mal mayor.
    Eso de que todos estamos obligados a mantenernos en forma a pesar de la edad y por ende, se construyan escaleras incomodas y hasta peligrosas, para las personas mayores, no merece pensar en dar un pisotón a quien tal piensa, merece un martillazo real, en el dedo gordo del pie, justo encima de la uña.

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    1. ¡Ay, eso tiene que doler una jartá!

      Lo que me extraña en este caso es, con lo que les gusta a los ayuntamientos poner multas, no lo hayan hecho con esta comunidad de vecinos. En el periódico salen muchos otros ejemplos, todos ellos molestos e inútiles, pero ninguno tan peligroso como este caso.

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