viernes, 27 de junio de 2014

El amante perdido

Siempre he sido una persona mimada: por mis hermanos, mis profesores, mis amigos... creo que sólo me he topado con una profesora que me haya tenido tirria (manía real: era la única niña a la que esa profesora no dejaba ir al baño y castigaba sin salir al recreo por razones tan peregrinas como llevar los calcetines enrollados en los tobillos -estaba muy flaca, se me deslizaban por las piernas-). La verdad es que yo no me daba mucha cuenta de ese acoso (tenía 6 años). Ni siquiera recuerdo el cogotazo que la profesora me dio e hizo que una compañera y vecina, mucho más espabilada que yo, se chivara a mi madre, quien, pensando que era cosa de niños y sin fundamento, le respondió: Dile a esa profesora que se pegue ella en el frasquito (frasquito eufemismo de vagina). Al día siguiente mi compañera y vecina se lo dijo a la profesora, pero, también suelo ser mimada por el azar y antes de terminar ese día, a la profesora se la llevaron llorando y ya no volvimos a verla más. Cuando tuve edad para preguntarme la razón de su forzada marcha y su llanto, imaginé que la muerte de algún familiar cercano la obligó a dejar el trabajo; para mi antigua vecina, no sé si con fundamento, a la profesora se la llevaron porque no tenía la titularidad necesaria para darnos clase.

Estoy tan mimada, que suelen ser otros los que se anticipan a mis necesidades. El martes llegó por mensajería un libro mandado por mi madrina putativa: La verdad de Agamenón, de Javier Cercas. Los gustos literarios de mi madrina y los míos son tan semejantes como nuestra diferencia de inteligencia permite. La mía es normal, la de ella, superior a la media y le gustan muchos más autores que a mí porque es capaz de comprenderlos. En cuanto comencé a leer el libro, comprendí por qué me lo había mandado. Es un conjunto de artículos y escritos, muy parecidos a las entradas que Antonio Muñoz Molina solía escribir en su blog. Fue publicado en el 2006 y es llamativo, en un pasado tan inmediato, la completa ausencia de la crisis. Ni siquiera parecía vislumbrarse en el horizonte y aparentemente los españoles podíamos caminar entre nuestros semejantes sintiéndonos superiores. Estoy disfrutando mucho de los artículos (sobre Tijuana, algún libro, lo que significa escribir, el franquismo... ) pero a medida que avanzo me doy cuenta que Cercas carece del sosiego de AMM, y se echa en falta. Es como cuando se sustituye un amante por otro, y al intentar disfrutar de los placeres del nuevo, sólo sirve para añorar los dones del que nos ha abandonado. 

2 comentarios:

  1. No tengo ni pizca de idea sobre ser mimado. Aunque tengo una certera idea de cómo pequeños "empujones", consejos, trocitos de "hueso" han hecho de mi ser lo que soy. No es mucho, pero si lo suficientemente satisfecho para seguir buscando un poquito más de felicidad. Familiares, amigos, simples conocidos, relaciones laborales y un blog contribuyen a dicha felicidad. La verdad, algo contradictorio para alguien que quiere ser un hermitaño de las montañas.

    Del Señor Antonio Muñoz he leído poco de sus entradas, aunque de esos pocos, ninguno me ha resultado una entrada más. Todos llaman la atención sin ser cegadoras, y son cautivadoras sin ser empalagosas. Si bien soy muy inculto para la literatura, como la mayoría de la plebe, espero que leyendo y asimilando, contribuya a que me convierta en alguien menos... inculto. Ahora, ¿no has pensado en ser, al menos por ahora, ese amante perdido para quienes lo siguen? ¿por qué no? ¡podrías aprovechar el blogg de ejemplo que creaste! ¡Quizás hagamos una congregación en torno a ella!

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    1. El blog del ejemplo era una indirecta para algunas personas que entraban en el blog de Antonio Muñoz Molina. Una doctora con alma de escritora o un jardinero capaz de escribir poemas casi todos los días. Me gustaría que siguieran escribiendo para no perderles la pista. Claro, que tampoco quería forzarlos a crearse un blog. Me temo que no me han pillado la indirecta.

      Puede que busque refugio en un blog que hay dedicado a Stephen King (está en inglés, idioma que apenas sé, pero Google lo traduce). Después de todo, Antonio Muñoz Molina era demasiado culto para mí. Lo leo porque creo que es uno de los mejores escritores de la lengua española. Las entradas de su blog eran muy asequibles y podía convertir una anécdota insignificante, como ver desde lejos a su mujer o recibir unos tomates de regalo, en una obra de arte. Una lástima que haya dejado de escribirlas.


      A mí también me hace feliz tener un blog y escribir siempre que puedo. Es divertido.

      A veces me siento culpable (en el internado lo hacía constantemente) creo que he robado los mimos que le correspondían a otras personas.

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