martes, 1 de octubre de 2013

Árbol caído

Ayer vi una película no muy divertida de John Travolta y Dustin Hoffman: Mad City.


Esta película trata de la facilidad que tienen los medios de comunicación para manipular nuestra opinión, para convertir a un delincuente en una víctima o en el ser más despreciable que hay sobre la tierra, dependiendo de sus necesidades. La propia película nos manipula para que sintamos empatía por el protagonista, John Travolta, un hombre sin mucho sentido común que lleva un día un arma cargada y una bolsa llena de dinamita al museo donde trabajaba como guardia de seguridad para imponerse a la directora y obligarla a restituirle su empleo. Le dan importancia al hecho de que el hombre ha sido despedido pero no al de que quería obligar a la directora a escucharlo bajo la amenaza de un arma. 

Estos días nos está ocurriendo lo mismo con Rosario Porto, la presunta asesina de su propia hija de 12 años. Si nos basáramos en lo que cuentan los medios de comunicación, como si el hecho en sí no fuera lo suficientemente cruel, Rosario Porto sería una asesina múltiple que planeó matar a su hija con premeditación y alevosía por dinero. Tantos datos en los que se mezcla la verdad policial con los chismorreos y las verdades con doble sentido en ningún caso parece favorecer a la víctima. No permite la remota posibilidad de que no sea la culpable la madre y le facilita la defensa de la locura: en ninguno de los casos se haría justicia, primero porque no sería atrapado el culpable y en segundo lugar porque permitiría a la defensa de la presunta asesina un alegato que le disminuiría la pena. 

Por fortuna la justicia no depende de lo que se diga en los periódicos o la televisión.

2 comentarios:

  1. Cierto, estas posibles manipulaciones, a veces por motivos económicos, me recuerdan una anécdota que me contaron como caso real:
    En una visita del arzobispo de Canterbury a Nuena York, los peridistas le preguntaron: ¿Que le parece que haya prostitutas en Manhattan? Él preguntó sorprendido: ¿Hay prostitutas en Manhattan?.
    Titulares: El arzobispo de Canterbury pregunta si hay prostitutas en Manhattan.

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    1. ¡Ja, pobre arzobispo!

      También ocurre todo lo contrario: que se niega a admitir la autoría de los culpables en un delito: como ocurrió con el 11-M y el 11-S y las teorías de la conspiración.

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