miércoles, 7 de agosto de 2013

El Anticristo

No hay herejía ni filosofía tan odiosa para la Iglesia como el ser humano
James Joyce

Me bautizaron sin solicitar mi consentimiento. Hice la primera comunión con la docilidad de quien piensa que no tiene otra salida pero sin sentir un ápice de fe (en realidad ya tenía la firme convicción de que Dios sólo existe en la mente de los hombres) y me casé por la Iglesia para complacer a mi suegra y mi madre (sólo fue una transacción económica: alquiler de párroco y templo a cambio de un par de miles euros, adornos florales y coro aparte). Si estaba en el internado, todos los miércoles debía ir a misa; si el fin de semana me quedaba en el colegio, los sábados por la tarde o domingos por la mañana también debía ir a misa. Toda mi vida ha estado en mayor o menor medida impregnada por la Iglesia católica. Incluso la sociedad en la que vivimos, supuestamente laica, está subyugada por costumbres provenientes de la doctrina católica que ya, por fortuna, no crean jurisprudencia, pero sí son razón de bastantes amarguras y castigos mentales (embarazos fuera del matrimonio, divorcios, homosexualidad...). Por todo ello creo que tengo derecho a dar mi opinión sobre el nuevo Papa. Siento admiración por él, por ser tan adicto a la pobreza y al cristianismo y parecer bastante proclive a no entrometerse en lo que ocurre en las camas ajenas (¿Quién soy yo para juzgar a los gais?). Esperemos que consiga acabar con la adoración del Vellocino de Oro (basta ver cualquier imagen de las procesiones andaluzas, cubiertas en terciopelos, joyas y bordados, para comprender a qué me refiero). 


Es a quien necesitamos en este momento, aunque sea como cabeza de una institución religiosa: alguien con las ideas claras y dispuesto a luchar por quienes más lo necesitan. Esperemos que dure y no pase a la historia como Paco el Breve, algo que teme más de uno, convencidos de que siempre consigue hacer su voluntad quien más poder tiene, aunque para ello deba crear un mártir.

4 comentarios:

  1. Comentarios parecidos a este, con los que estoy plenamente de acuerdo, me costaron una noche de insultos cobardones en "nuestro blog". Te aconsejo que te cuides muy mucho de incurrir en "heterodoxias" fuera de tu casa.
    Por cierto, si te pasas unos minutos por allí descubrirá a qué grado llega la infamia y la cobardía, de la que apenas me pude defender. La inquisición me persiguió hasta en este tu blog. Asombroso y repulsivo descontextualizar con ánimo de hacer daño y crear enemistad. Y eso que lo peor lo borró Gotardo. En fin....

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    1. Yo he hecho a veces comentarios parecidos a este en el blog de AMM y, de momento, no he tenido problemas. Alguien me pidió, y supongo que con razón, que tuviera un poco más de respeto por una religión que muchos veneran. Las creencias religiosas me parece algo arcaico de lo que el ser humano se debe librar, pero comprendo que aún hayan muchos que sientan la necesidad de creer en ellas por miedo a enfrentarse a una eternidad de inexistencia.

      Estoy leyendo los comentarios del blog de AMM. Creo que algo se me escapa. Tal vez como consecuencia de los comentarios borrados por Gotardo, o tal vez por mi impaciencia.

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  2. Estoy de acuerdo con el consejo anterior. Si alguna vez he tenido alguna polémica, prácticamente ha sido fundada en la Semana Santa por estar de acuerdo con lo tan bien definido como "vellocino" de oro", pero es un fanatismo tan arraigado popularmente y que por otra parte, están por medio los intereses económicos, que mejor quedar al margen de tal controversia, aunque a veces no puedo aguantarme y caigo en lo mismo.
    En cuanto a asistir a misa: Viví una infancia (Cuando las mujeres usaban velo) que, en un pueblo, no asistir los domingos te convertían en el centro de las críticas. Después,en la Marina, era obligatoria la asistencia argumentado que era un acto militar más. Solo un "protestante", de quien recuerdo su cara se atrevía a argumentar su postura a un suboficial, que le escuchaba el clásico argumento: Más puede un ignorante negando que Aristóteles probando y al final ¡a misa!. Curiosamente yo pasaba por una transitoria creencia y no tenía problemas, aún así no entendía aquella obligatoriedad y me rebelé en cuanto pude, que fue en los los buques de guerra, aunque la vida fuese en algunos momentos más dura, la disciplina era mucho más relajada. Cuando estabamos atracados en el Arsenal de Cartagena llamaban para asistir a misa en formación y yo me "escaqueaba" junto a otros, hacían la "vista gorda", pero tampoco era conveniente hacerte el "visto" a la hora de la misma.

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    1. Aún recuerdo el follón que se armó cuando estrenaron la película Nadie conoce a Nadie, basada en un libro del mismo título de Juan Bonilla, en la que jugaban con la Semana Santa sevillana.

      La Semana Santa sevillana, malagueña, granadina... no es cristianismo si no fanatismo. No hacen caso a los preceptos de pobreza que se pide en el Nuevo Testamento. Mi madre que sí es creyente (o supersticiosa -a veces hay una línea muy delgada que diferencia lo uno de lo otro-) cada vez que llueve en Semana Santa (casi todos los años) asegura que es cosa de los santos que siente vergüenza por ir disfrazados como folclóricas. Tal vez, con este papa, consigan que los libren de tanto adorno caro y tantas joyas, y el catolicismo imperante se convierta en cristianismo.

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