miércoles, 2 de agosto de 2017

No hay lugar para la ciencia

Mis pensamientos migran, como los terremotos de un tal Aroldo Maciel. Científico putativo, con supuestos estudios en una universidad de Brasil y ortografía digna de un papagayo sin amaestrar, que asegura tener un método científico, con ecuaciones matemáticas (eso lo hace parecer muy serio), que le sirve para predecir los terremotos (¿qué diablos harán los japoneses que no lo han contratado?). Trabaja, al parecer, en Chile, y hasta lo entrevistan en las televisiones de ese país (¡!). 

Suele meterse mucho con los sismólogos profesionales porque piensa que asustan a las personas por decir que en cualquier momento puede haber un terremoto importante en Chile. Algo que es verdad: que las personas se asustan y que se puede producir (negarlo no lo va a evitar). Pensé que ese tipo era beneficioso porque el sector que lo cree, puede dormir tranquilo. 

Vi por encima su método, y comprendí lo que hacía. 


Pone un mapa de una zona, pronostica un terremoto en una zona inferior a la del mapa y si el burro hace sonar la flauta y hay un terremoto, aunque sea mucho más abajo de lo indicado por él, se lo adjudica: es que el terremoto migró hacia el sur. Y si al día siguiente o ese mismo día hay más terremotos de igual o superior intensidad, asegura que lo sabía, pero que pensaba que era un reflejo del terremoto que ya predijo. 

No me gustó que pronosticara sismos superiores a grado cinco porque esos ya son peligrosos y su labor de tranquilizar se convierte en todo lo contrario, una absurda alarma para sus seguidores que viven en esa zona.

Entré en su Instagram y se me ocurrió pronosticar cuatro terremotos (todos pequeños y basados en la estadística). No erré ni uno, pero no puedo demostrar mi acierto porque me baneó. Algo completamente innecesario, inútil e infantil. Lo ha vuelto a hacer cinco veces. He descubierto que no hay que preguntar por su método científico, ni por intentar conseguir algún artículo escrito por él, ni hablar de páginas webs de estadísticas de terremotos, ni de escribir las palabras aceleración sísmicas ni viviendas sismorresistentes. Sólo acepta palmeros que lo bendigan a Dios y le den las gracias por sus pronósticos, si es posible, con una retahíla de faltas de ortografía.

Esta noche ha demostrado su poco sentido común pronosticando un terremoto de intensidad superior a 6 en el sur de Chile. ¿Sentirá remordimientos de conciencia si alguien se hiere o muere por pensar que un pequeño sismos (Chile tiembla constantemente) es de gran intensidad por culpa de sus pronósticos sin fundamento? 


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