viernes, 20 de enero de 2017

El dolor

Tengo la mala costumbre de robar los amigos de otros. Cuando era pequeña y mis hermanos traían a alguien a casa, me sentaba a su lado y saturaba sus cerebros de preguntas.

Recordar la primera visita de Nando sería un milagro porque, siempre que no vivíamos en un hermético recinto militar, nuestra casa se llenaba de gente. Decena de amigos de mis hermanos entrando y saliendo. Pero Nando tiene buena memoria y sus recuerdos se han convertido en míos. Me senté a su lado y le hice decenas de preguntas, sin tregua. Cada respuesta generaba tres o cuatro preguntas más. Y cada vez que nos visitaba para ver a mis hermanos, ocurrió lo mismo, a pesar de ser yo una niña pazguata y tímida que por nada terminaba con las mejillas convertidas en dos tomates maduros. Sólo la curiosidad superaba mi timidez.

Un día Nando, al llegar a casa, en lugar de preguntar por mis hermanos, lo hizo por mí. Me hablaba de sus viajes -conoce el Atlas, los Pirineos y los Alpes mejor que la palma de sus manos, susceptibles de llenarse con nuevas cicatrices porque es mecánico-, también me hablaba de ciencia, de astronomía, sobre todo. Ahora vive en Almería, pero me visitas siete u ocho veces al año, a intervalos irregulares, cuando se lo permiten su trabajo y sus viajes. Su última visita fue este lunes, la anterior a esa, pocos días antes de navidad. Fue una visita muy extraña, en la que la ciencia había desaparecido por completo de su conversación. Sólo supo hablar del dolor que sentía por el pinzamiento de un nervio entre dos vértebras. Habló de homeopatía y acupuntura. Un japonés que cobra 300 € la sesión porque trata a Obama (sí, el presidente norteamericano saliente). Durante toda nuestra conversación estuve esperando a que empezara a reírse a carcajadas por haberme tomado el pelo. Pero eso no ocurrió. Cuando se fue, sentí que había perdido un amigo, como si hubiera muerto.

Por fortuna, sólo fue una muerte pasajera. Esta semana vuelve a ser el de siempre. Se ríe de su propia ingenuidad: un japonés en España que trata a Obama. Este país está lleno de pícaros sin escrúpulos que se aprovechan de las mayores debilidades de las personas. Nando se lamenta que el dolor es un pésimo aliado para el sentido común (El dolor te vuelve gilipollas, han sido, en concreto, sus palabras).

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