miércoles, 3 de junio de 2015

El amante desleal

Amo las palabras. Creía que era una afirmación estúpida, pero si lo analizo con detenimiento, tiene sentido. Me gusta hojear el diccionario y encontrar palabras desconocidas y raras, conocer sinónimos, aprender sus antónimos, su grafía -que tengo que memorizar-, y su sonoridad. Y las palabras me han enseñado a venerar a los escritores porque ellos las miman y las convierten en arte. A algunos escritores los respeto y admiro por conocimiento propio y a otros por influencia de terceros. Trapiello es uno de estos últimos. Muchas de las personas a las que tengo como capaces de influenciarme, me han asegurado que merece la pena conocer su obra. En la balda de libros por leer, un par de ellos de este autor esperan su turno, y puede que permanezcan ahí hasta que el tiempo vuelva amarillas sus páginas. 

Mi primer acercamiento a El Quijote fue un libro infantil que recibí cuando hice prematuramente la primera comunión (aún no sabía leer). El libro era delgado, con letras grandes y lleno de dibujitos. Ese libro jamás lo leí, porque desapareció durante alguna mudanza antes de que me interesara; sí leí el auténtico, el que heredé de mi padre, dos enormes volúmenes, pesados, con ilustraciones que eran reproducciones de cuadros al óleo, y lo disfruté tanto que estuve dando la vara a mi madre -única oyente que tenía cerca- durante días con comentarios que a ella le resultaban tan interesantes como a mí en la actualidad los dimes y diretes de Belén Esteban. 

Trapiello ha traducido el Quijote al castellano de hoy. Qué frustración. En este momento quisiera gritar, enfadarme, ¿pero qué sentido tendría? De sobra sé que la opiniones de quienes consideramos estúpidos no son de nuestro interés, y Trapiello piensa que los lectores somos tontos y perezosos. Bueno, él lo dice con un poco más de dulzura: Para un lector de hoy el original cervantino es difícil y cansado. Aparentemente es la única razón para haber cometido tal barbaridad. No ha tenido en cuenta:

  • Los lectores perezosos y tontos no se acercarán jamás a El Quijote -aunque se haya actualizado el idioma-. Prefieren lecturas más cómodas, como Las Cincuentas Sombras de Grey
  • Cualquier traducción, por buena que sea, siempre hace que se pierda parte de la esencia de lo que quiso decir el escritor. 
  • El Quijote ya está escrito en un castellano que se entiende perfectamente. 
  • Apoderarse de la obra de otra persona, aunque lleve muerta muchos años, es una deslealtad.
  • ¿Por qué privar a los lectores de frases poéticas como lanza en astillero y sustituirla por la despojada: lanza ya olvidada?
  • .... (Al menos Avellaneda escribió su propia versión de la segunda parte de El Quijote)
Hay muchas más razones para pensar que esa traducción es un gran error, que no se trata de limpiar la fachada de una catedral que el paso del tiempo y la contaminación ha cubierto con una patina oscura, sería el equivalente a pintar la fachada de la catedral de color naranja fluorescente. 

Lo bueno es que el tiempo convertirá esta traducción en una anécdota. Lo malo es que Cervantes no podrá revolverse en su tumba, porque ya lo están haciendo otros por él. 

6 comentarios:

  1. la magia de las palabras es precisamente el hecho de que una misma frase, una misma historia, puede resultar fascinante para unos y tediosos para otros. En lo personal, me considero un buen lector, pero perezoso, pues sólo leo lo que me interesa.o lo que necesito.

    Es posible que Trapiello haya, precisamente, "traducido" a Quijote, precisamente para la gente que le gustó leer las "50 sombras del señor gris". y, ya que toda obra tiene un fin literario, pero también monetario, es posible que esta obra haya sido para lo segundo.

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    1. No creo que un lector de Las Cincuenta Sombras de Grey vaya a leer el Quijote, ni siquiera éste, porque tiene el sambenito de libro aburrido y tedioso.

      Me temo que dentro de poco estará colgado en el Rincón del vago, grial de los estudiantes, y, la mayoría, será el único Quijote que lean en sus vidas.

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  2. Creo que hay muchas, muchísimas causas más justas para indignarse que ésta. Nadie está obligado a leer la versión (más que traducción) actualizada. La comparación con Avellaneda no me parece justa: aquello fue un plagio y esto no. Con no leerlo, quien no quiera hacerlo, basta y sobra.

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    1. No comparto tu opinión. Creo que las obras de arte son de todos y todos tenemos la obligación de protegerlas, sea un edificio, un cuadro o una obra literaria. Existen leyes que protegen nuestros edificio y los cuadros, no sé por qué no ocurre lo mismo con las obras literarias.

      Jamás se me ocurriría comparar el Quijote de Avellaneda con lo hecho por Trapiello. El de Avellaneda no se puede considerar un plagio. Robó los personajes, pero lo contado nada tenía que ver con lo escrito por Cervantes.

      Una versión de un relato, es contar más o menos lo mismo pero con diferentes palabras, e incluso orden. En este caso Trapiello se ha limitado en sustituir unas palabras por otras.

      Había muchas otras formas de hacer lo que ha hecho Trapiello. Podría haber traducido poniendo pies de páginas con Antes ponía... ; si pensaba que los pies de página molestaban, ponerlos al final de libro. O hacer que en las páginas pares apareciera su traducción y en las impares el original de Cervantes. Pero ha optado por eliminar por completo al auténtico Cervantes de El Quijote.

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  3. Pues yo soy también de los que piensa, que esa versión actualizada del Quijote es un verdadero atentado a la literatura universal.
    Lo he leído en varias ocasiones y recurro de nuevo a su lectura cuando no tengo nada a mano que me interese. Opino que se puede leer perfectamente a pesar de la evolución del lenguaje, También creo que algo de su esencia se pierde con una traducción moderna.
    En todo caso, a quien le resulten pesadas las novelas u otro relatos incluidos en la primera parte, pues que se los salte, por ejemplo: "El Curioso Impertinente".
    Algo le dirían a Cervantes, porque ya en la segunda parte no se aparta del hilo de la narración.
    Sí, como soy libre de leer o no esa versión, está claro que no la leeré.
    Hay varias versiones sobre el autor del Quijote de Avellaneda. Incluso he leído una novela que expone la teoría (¿descabellada?, de que fue la propia editorial la que propició ese plagio, a fin de aguijonear a Cervantes para seguir.
    Sí, parece algo descabellado, por cuanto que ya llevaba adelantada la escritura de la segunda parte, cuando apareció Avellaneda. Se comprueba, cuando Cervantes desvía al Quijote del camino a Zaragoza y lo pone en el de Barcelona.
    Perdón por el rollo, pero es que se trata de mi libro favorito, aunque también soy galdosiano.

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    1. ¡Vaya, sí que lo conoce bien! Ahora estoy pendiente de una re-lectura de El Quijote, sólo espero tener una semana de tranquilidad, porque éste es un libro que necesita de mucho sosiego; no por su dificultad, que en realidad no la tiene, si no porque puedes tirarte horas y horas leyendo sin date cuenta del paso del tiempo.

      Hay otra teoría que asegura que Avellaneda fue Lope de Vega. Pero me temo que por muchas conjeturas que se hagan, jamás lo sabremos.

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