sábado, 18 de octubre de 2014

Los sin nombre

La primera vez ocurrió hace cinco o seis, tal vez siete años. No tengo buena memoria para las fechas que me entristecen. Era Semana Santa. Estábamos en Barcelona y los días de vacaciones convencionales (había que tomarlas los días marcados en rojo en el calendario), nos obligó a meternos en la boca del lobo (es una locura visitar Andalucía en Semana Santa si eres alérgica al Vellocino de Oro y toda la parafernalia que lo rodea -incienso, mantillas, cera en el pavimento, fanfarria desafinada... -). Íbamos a visitar a mi familia. Tuvimos que cambiar el viaje en avión por el tren; pero no nos importó. Jamás me parecieron tan breves aquellas diez horas infinitas. Hasta creí no haber estado consciente durante todo el viaje. Nos sirvió para darle nombre -aún éramos novatos en eso de la decepción-. E inventarnos su futuro. Miquel si era niño, Neus o Mireia, si era niña -cualquiera que no fuera Rebeca-. Hicimos promesas de silencio que inmediatamente rompimos. Antes de llegar a Granada, el pitido que informaba de la llegada de mensajes al móvil era como una ráfaga de metralleta: constante y regular: un bombardeo de enhorabuenas.

Aquella primera ocasión fue un falso positivo. Miguel o Nieves nunca pasaron de ser dos rayitas paralelas en un test. Le siguieron otros que ya no tuvieron nombre (no contabilizamos las desdichas). El último erró dónde tenía que asentarse y fue creciendo camuflado tras los síntomas de un resfriado. Ya no existe. Ya no duele. 

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias. Esta vez no ha sido doloroso. No nos dio tiempo para hacernos ilusiones y para la decepción.

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. Muchas gracias. Desde hace tiempo sabíamos que sería complicado conseguirlo. Dentro de unas semanas seguiremos intentándolo (a ver si tenemos más suerte la próxima vez).

      Eliminar
  3. Perdona mi franqueza, pero con lo poco que te conozco, a través de tu entrada, eres más fuerte que muchas personas que conozco, así que más que palabras de consuelo o de ánimo, prefiero preguntar, compartir y, cómo no, buscarle causas y posibles soluciones al problema. Disculpas de antemano si llego a lastimarte u ofenderte.

    Recuerdo haber leído que estaban bajo tratamiento o algo similar para el problema. Ahora, supongo que habrán ido al médico, y habrá estudiado tanto a ti como al capitán. ¿No le ha propuesto soluciones alternativas? ¿Inseminación artificial tal vez? ¿Algún tratamiento hormonal tal vez? No soy experto en la materia, pero creo que sería más práctico buscarle la vuelta, que desilusionarse una y otra vez.

    Dicho esto, te pido nuevamente disculpas por mi intromisión en un asunto tan personal, pero cómo quisiera, algún día no muy lejano, leer alguna entrada tuya titulada, "el guisante dentro de mí", o tal vez: "materializando sueños", aunque también podría ser: "la feliz familia de veintitrés", alusión a la canica irisdicente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ja, me has pillado: Veintitrés era un pequeño reflejo de mi propio problema.

      La ginecóloga nos propuso un tratamiento que depende de mi edad. Si cuando cumpla 35 años aún no he conseguido quedarme embarazada, probaremos con la fecunda in vitro. Al parecer, existe muchas posibilidades para que dé resultados. No lo intentamos antes porque estamos acostumbrados a la decepciones y no tenemos tanta prisa, en realidad.

      Muchas gracias por tu franqueza.

      Eliminar
  4. Respuestas
    1. Muchas gracias. La cosa, realmente, no ha sido tan dramática como me temo he dado a entender. No ha habido tiempo para decepcionarnos porque nos enteramos en el último momento. Seguro que la próxima vez lo conseguimos. En esta ocasión, hemos estado más cerca que las anteriores.

      Eliminar