domingo, 26 de octubre de 2014

El abrazo del oso

Obama ha abrazado a Nina Pham en cuanto salió del hospital. Cuando sea dada de alta, ¿quién abrazará a nuestra Teresa Romero para demostrar que no es contagiosa? 

Hace mucho tiempo, cuando la televisión emitía en blanco y negro, en una playa de Palomares, un pueblo de Almería, un avión norteamericano cargado con armamento termonuclear sufrió un accidente al repostar combustible en el aire. Cuatro bombas cayeron en el mar Mediterráneo y Fraga, un ministro del franquismo que luego fue demócrata, se puso en gayumbos y se metió en el agua para demostrar a los españoles que no había peligro. Pero en las imágenes había trampa: la playa del reportaje no era donde se produjo el accidente. Tal vez Rajoy podría hacer algo parecido. Mezclar imágenes de la salida de Teresa Romero con las del abrazo a una doble de la auxiliar de enfermería; no por temor a un contagio (aunque este gobierno ha demostrado ser bastante ignorante e inútil respecto al conocimiento real del ébola) sino por la casi completa seguridad de que el contacto del presidente será rechazado por la auxiliar. Imagino que en este momento habrá alguien del departamento de imagen de Rajoy comiéndole el tarro a Teresa, asegurando que ese abrazo es necesario para la tranquilidad ciudadana y por su propio bien, para evitar que sus vecinos le tengan miedo. 

También es posible que el partido del gobierno quiera aprovechar la oportunidad del alta de la auxiliar de enfermería para salvar el culo de su consejero de sanidad en Madrid (Javier Romero, el mismo tipejo que la llamó inútil y mentirosa). Y lo obliguen a recibirla con un perrito como regalo para sustituir a la mascota que se cargaron (ha demostrado ser aún más insensible, así que no sería extraño). Lo raro sería que el consejero no pusiera impedimentos para la reunión por temor a su salud. Hay que recordar que él mismo censuró a los periodistas que rodearon al médico que estuvo 16 horas atendiendo a Teresa, como si debieran tener miedo al contagio cuando se nos había dicho hasta la saciedad que una persona sólo es contagiosa cuando presenta los síntomas y esto sólo es posible, como muy pronto, cuatro días después del contacto (menudo cacao mental tiene Javier Rodríguez). 

Si este blog lo leyera más gente (a duras penas llega a los 40 visitas diarias, y sospecho que la mitad son bots), propondría que todos los que se encuentre en el futuro con Teresa, la abrace, para que sienta el calor humano que han sido incapaces de demostrarle los mismos que la pusieron en peligro de muerte. Tenemos que recordar que gracias a personas como ella, y a pesar del gobierno, en este país aún no vemos imágenes como ésta:




3 comentarios:

  1. Admirable en comportamiento de la enfermera, lamentable la negligencia de muchos. Pero, pasado lo pasado, me ha quedado un fondo de tristeza recordando al perrito acostado en un sofá, según vi imágenes por televisión. Aquella mirada resignada y triste... como presagiando su fatal y canallesco destino. Es una simple opinión, un sentimiento. No es mi intención herir a quienes, tal vez, no tuvieran culpa de tan cruel determinación.

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    1. Lo más lamentable, es que ha sido en lo único que se han mostrado eficaces las autoridades respecto a la crisis del ébola. Desoyeron a la auxiliar cuando dijo que tenía fiebre, no hicieron caso al conductor de la ambulancia cuando advirtió que era probable que llevara a una enferma con ébola en el vehículo, durante 16 horas un único médico tuvo que atenderla con una protección ridícula que le quedaba pequeña, tardaron más de cuatro días en desinfectar las zonas comunes del edificio de la enferma (cuando la propia naturaleza había terminado con el virus)... Sin embargo, al perro lo asesinaron pocas horas después de dar el aviso y si tardaron más es porque tuvieron que solicitar la orden a un juez, y sin prestar atención a más de un científico que pedían poder examinar el animal para conocer la evolución del virus en las mascotas. Los más perjudicados, los que menos culpan tenían: la enfermera y su perro; sin embargo el consejero de sanidad de Madrid y la ministra Ana Mato, se han salido de rositas.

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  2. Mientras el ébola está dando noticias allá, por aquí nos invadió una epidemia conocida como "chicungunya" (tengo intenciones de llamar así a mi hijo, cuando logre cuajarlo). Gracias a la atención a nivel mundial del ébola, el gobierno estratégicamente omite casi toda noticia sobre la epidemia que tenemos encima. Lo bueno, es que no es mortal. Lo malo, es que se transmite con la picadura de un mosquito, y resulta que es temporada de lluvias, hay que almacenar agua porque llegar dos veces a la semana, todas las cloacas están colapsadas, y la basura sigue sin recogerse. Mis estadísticas personales indican que el 50% de la población está infectada. Toda familia que conozco, tiene a la mitad con el mal.

    Ya volviendo al tema, referente al abrazo del oso, no es más convincente y sensato que sea el Rey quien abrace a la enfermera? que sea él quien le otorgue, no sé, alguna condecoración por su sacrificio, algún título, aunque sea para colgarla en la pared? es mi opinión, desde el punto de vista estratégico. En cambio, si yo fuera ella, y tuviese que abrazar al presidente, que de paso detesto, le clavo de cuajo un cuchillo oxidado y meado con orina de perro rabioso, con el filo retorcido y bañado con veneno de ratas. Yo siempre, tan tierno.

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