viernes, 14 de marzo de 2014

Relax

Hoy he disfrutado por primera vez en mi vida de una clase de yoga (ohmmmmmmm). He ido invitada por un cliente que nos ha contratado para hacer un proyecto de actividad. Unas oficinas se pasará a local para hacer yoga (ohmmmmmmm). El local está en Málaga, pero como tiene un centro en Granada en funcionamiento, me dio un vale para asistir a cinco sesiones gratis. He pisado gimnasios de toda clase, pero nunca había estado en uno destinado al yoga exclusivamente. El de aquí es un local en la planta baja de un edificio en la calle Arabial. Es bastante feo. Suelo de terrazo y paramentos pintados al gotelé. Las ventanas parecían lucernarios: pegadas al techo y muy estrechas. A pesar de tener vidrios traslúcidos, se veía con claridad los barrotes de las rejas, dándole un aspecto carcelario y produciendo una sensación desagradable de encierro forzoso. La fealdad del local intentaban paliarla con toda la parafernalia propia del misticismo que parece envolver la práctica del yoga: pósteres con paisajes difuminados o con la imagen de una pareja practicante (de yoga, no de sexo) cuyas posturas parecen salir del Kamasutra; incienso... música con ruidos de fondo de correr del agua (eso siempre me ha producido ganas de miccionar), supuestamente relajante, me produce estrés porque estoy esperando a cada instante que el ritmo varíe. 

Que karma más chungo tenía el monitor. Si alguien tiene alguna queja, que lo diga a la cara y no vaya con habladurias a otros. Soltó, nada más llegar.A lo largo de los 50 minutos que duraba la clase, volvió a repetir su petición. ¡Qué lenta soy! Tardé en darme cuenta que yo era la causante de semejante comentario, y de su mal humor. Me debió creer un topo. 



La sesión de yoga no me relajó nada, pero sí fue muy pedagógica. Aprendí que es imprescindible el incienso (por la misma razón que el botafumeiro) -también hay que colocar extractores para eliminar la condensación de humo- y ante cualquier fuerza mayor, la supuestamente relajación del yoga no funciona ni con los más avezados. 

Cuando llegué a casa me puse a limpiar. Con música de Madredeus, que no provoca el error de pensar a cada instante que va a cambiar de ritmo. Estirar hasta llegar a lo más alto de los marcos, encogerse para alcanzar los rodapiés... al final, encontré un buen sustituto del yoga.


8 comentarios:

  1. Siempre he visto al yoga, como un deporte para los hippies, y no le veo nada de relajante, tu visita, el cual generó tu opinión, me lo confirma. Por otra parte, en cuestión de términos, creo que más bien reencontraste lo que el yoga jamás sustituirá: música de preferencia, ejercicio y lo más importante: la satisfacción final, de encontrar un ambiente limpio y bonito, algo que el yoga jamás hará. Como adicional, si algún día quieres practicar algo nuevo y relajante, te aconsejo clases de taichi. Lo practicaba de pequeño, pero ya se me olvidó hasta la posición inicial.

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    1. Mi hermano, que ha estado ya varias veces en Vietnam, está entusiasmado con el taichí. No lo practica, pero le encantaba levantarse temprano para pasear por las plazas, donde grupos de personas, incluso muy ancianas, lo practicaban. Aseguraba que sólo de verlos, moviéndose todos al unísono, era muy relajante. Nos obligó a todos a aprender a comer con palillos, lo raro es que no quisiera que nos levantáramos todos al alba y nos pusiéramos a movernos como si danzáramos a cámara lenta.

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  2. Hace quince años me apunté a unas clases de yoga que me recomendó mi madre. El local era tan poco acogedor como el que describes pero la monitora era excelente. Sólo escuchar su voz ya te relajaba. No había incienso ni música. Aprendí mucho sobre relajación y respiración aquel año. Al curso siguiente cambiaron de monitora y ya no fue lo mismo. A las pocas sesiones me di de baja.
    Hubo otra época en la que también practiqué yoga pero ya fue por mi cuenta en mi casa, siguiendo las recomendaciones de un libro muy interesante que encontré y lo que recodaba de lo aprendido con Maite.
    Me mudé y desde entonces no he sido capaz de encontrar el lugar y el tiempo para dedicarlo al yoga. Es un propósito recurrente que no cumplo (otro más).

    El yoga me parece unas de las actividades más recomendables que pueda imaginar. Como en todo, hay que tener suerte en los inicios. Encontrar a la persona adecuada que te guíe en los primeros pasos. Hay mucho cantamañanas. Las sesiones de yoga en los gimnasios convencionales ni lo menciono. Eso ni es yoga ni es ná.

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    1. La culpa con el monitor, fue mía. No imaginaba que se iba a tomar mi presencia tan a la tremenda y sacar conclusiones tan erróneas. Debí haberme presentado y explicarle por qué estaba allí, seguro que en ese caso, su humor hubiera sido mejor. Pero si quien se supone que debe ayudarte a relajarte, está muy estresado, no hay nada que hacer. Cuando esté terminado el local de Málaga, tengo que ir a comprobar que funciona correctamente. Aprovecharé esa ocasión para darle al yoga una segunda oportunidad.

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  3. Por la descripción parece que ese local fue decorado por Manolo y Benito, coincide además que Benito se jactaba de introducir el gotelé en España.

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    1. En la facultad nos enseñaron que el gotelé era una trampa para disimular un enlucido de novato e incorrecto. Por fortuna hace mucho que pasó de moda. Hay pocas cosas que me parezcan más horteras que el gotelé. En la década de los ochenta, por lo menos en las viviendas militares, se llevaba empapelar las paredes con algo parecido a tela. Costaba mucho quitarlo y costaba aún más devolver la pared a un estado liso; por eso mis hermanos ni lo intentaban. Por fortuna pasó la moda. Espero que ahora no llegue la que existe en Gran Bretaña de enmoquetar hasta el cuarto de baño (qué anti higiénico)

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    2. Ja, ja. Eso no es una moda. Los británicos llevan décadas con los cuartos de baño enmoquetados. Antes renuncian al Big Ben y a la monarquía que a la moqueta.

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    3. Mi hermano vive en Londres, en un apartamento de planta baja, con ventanas al exterior que dan a un jardín público, ¡sin ningún tipo de sistema de seguridad! (alucino). Se mudaron hace poco, y estuvo buscando un piso donde no estuviera enmoquetado el baño, pero resultó imposible. Teniendo en cuenta que casi todos los baños son interiores, sin ventilación directa, y que los shunt tienen un correcto funcionamiento limitado, sospecho que únicamente la poca utilización de los aseos evita que tengan problemas de humedades por condensación y de moho. (Qué raritos son).

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