viernes, 7 de marzo de 2014

La masoquista

A veces creo que soy una masoquista a la que no le gusta el dolor, pero que no puedo evitar buscarlo. Me atormento pensando qué puede ocurrir mal ante cualquier hecho, por insignificante que sea, como si quisiera adelantarme al sufrimiento que inevitable sentiré. 

Si Guille llama y me dice que vendrá conduciendo de madrugada desde Barcelona, esa noche no puedo dormir, temiendo que mi sueño, a pesar de la distancia, se le contagie y tenga un accidente de tráfico. Pero por lo general no son temores tan drásticos. A veces son insignificantes y casi siempre ridículos. Miedos absurdos. 

Cuando estaba en la facultad una compañera de piso, en una fiesta que celebrábamos (ahora no recuerdo qué festejábamos, puede que nada), se emborrachó sólo lo suficiente para relajar su pudor, pero no para olvidar y permitir que su memoria, a posteriori, la liberara de la vergüenza por el ridículo hecho. Le dio por levantarse la falda a la altura de la cabeza y enseñar la ropa interior. Por fortuna aún no estaba generalizado el mostrar al mundo las extravagancias propias o ajenas vía Youtube. Cada vez que me pongo una falda de vuelo y corta, procuro dejar en el cajón de la ropa interior los tangas y bragas con personajes de Walt Disney (mi sobrina tiene la costumbre de regalármelas, creo que como venganza a un vestido con pololos que le compré cuando era pequeña). Temo estar tan ensimismada en mis pensamientos que me olvide de todo, incluso que me encuentro ante extraños, y me dé por levantarme la falda como a mi compañera de piso. 

Si duermo poco, me suelo echar una siesta después de comer de unos 20 minutos. Hoy esos minutos de inconsciencia han sido fagocitados por un bochorno anticipado: el promotor de un bloque de pisos en Málaga, el que expele rectitud y beatería por cada uno de los poros de su piel, quedó en pasarse por mi casa  a las 11:00 de la noche para dejarme las últimas modificaciones que quiere que se le haga a su proyecto (venía de Madrid de ver a su socio). Las personas somos animales de costumbres y mis vecinos suelen fornicar como si estuvieran grabando una película porno a esa misma hora. ¿Cómo reaccionar si promotor y fornicadores coincidían? ¿Qué decir para que no se ofendiera?... Por fortuna el promotor se fue antes de la sesión de cine para adultos.


10 comentarios:

  1. Soltando lastre ganarás altura.
    :-)
    Saludos.

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    1. Ya, lo sé... pero ¿cómo se consigue cambiar de forma de ser? Es muy difícil.

      :-)

      Saludos

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    2. Si de verdad te preocupa tener que responder ante terceros por lo que hagan tus vecinos creo que te va a resultar sencillo cambiar. Te propongo una lectura que te puede ser de gran utilidad para empezar a ponerlo todo en perspectiva (para mí lo fue... y lo sigue siendo):
      "El arte de no amargarse la vida" de Rafael Santandreu.
      Saluti!

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    3. Muchas gracias por la recomendación. Lo buscaré (aunque soy una experta amargándome la vida yo sola).

      Saluti!

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  2. Es que entiendo, que esas horas de la noche son más propias del fornicio que de los negocios. Claro que, hay que ser discretos y no llevar los jadeos hasta "calentar" a todo un bloque de vecinos.

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    1. Lo malo es que no calientan... son más lamentos de dolor que de placer.

      Las prisas y la crisis hace que cualquier hora del día, sea de trabajo (es lo malo de esta situación).

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  3. Yo tuve una vez unos vecinos un poco escandalosos en el tema del sexo (también influía la delgadez del tabique, supongo). El caso es que un día tuvieron una fuerte discusión y, en un momento dado, ella suelta (con perdón): "¡Tú a mí no me follas más!". Mano de santo. Abandoné el piso unos meses después y todavía ella no había roto su promesa. Una mujer de palabra, sin duda.

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    1. Jajaja un poco masoca esa mujer (a no ser que se buscara otra pareja). Mis vecinos también discuten, y mucho, pero no necesitan estar de buenas para eso del fornicio.

      La pared que nos separan de ellos es un tabique sencillo: 10 cm. Se escucha todo. Como si estuviéramos en la misma habitación. Como ya conozco sus horarios, me suelo colocar los cascos y escuchar música cuando se aproxima el jaleo.

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  4. .
    ¿Y qué ocurriría si en mitad del machihembraje de los vecinos, se presenta el promotor beato y a ti, nerviosa, te da un repente, se te cruza un cable, te llega el recuerdo de tu amiga y te levantas la falda mostrando un tanga con la cara del Pato Donald? Por favos, BK; si sucede tal episodio, cuentanoslo sin falta.
    :-)

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    1. ¡¡¡Aaaaaaaaah, criatura cruel!!!!! Ya me has causado un nuevo trauma (bueno, sustituye al Pato Donald por Mikey). Mañana tengo cita con este cliente (espero que no se me escapen los mocos de la risa al imaginarme actuando como describes). Y no lo dudes, si se me va la olla y actúo de esa forma, quedará constancia en este blog (espero que no en Youtube).

      :-)

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