martes, 28 de mayo de 2013

El precio de la estupidez

¿Cuánto puede costar la obcecación? Por lo general la gente recobra el sentido común en cuando se les amenaza con tocarles la cartera; pero también los hay que ante un enfado no saben cambiar de actitud y sólo pueden seguir adelante hasta las últimas consecuencias. 

Esta mañana me tocó actuar como perita en un juicio. El peritaje me lo solicitó la parte demandante. Sólo en una ocasión hice uno aún más chorra y en contra de mi cliente.

Expongo los hechos (del peritaje chorra, no el de esta mañana): Un señor divorciado usuario de una vivienda unifamiliar adosada se queja de los ruidos que hacen durante la noche los vecinos y demanda a los vecinos y al constructor de la vivienda por no existir el suficiente aislamiento acústico en la medianería. La vivienda era de 1.995, y esto ocurrió en 2010. Cuando una vivienda supera los 10 años de antigüedad, ya no existe responsabilidad sobre las lacras ocultas (siempre que no sean estructurales). Desde un principio se le advirtió que era una tontería seguir adelante con la demanda al constructor, pero él no hizo caso. 

Los recintos medianeros entre las viviendas (simétricas) eran una cochera y una habitación que los demandados utilizaban como despacho para una de las hijas que diseñaba joyas y trabajaba hasta altas horas de la madrugada y como dormitorio el demandante. La vivienda tenía cuatro dormitorios libres, todos con mayores condiciones de salubridad que el que él utilizaba (ventilación apropiada y sin problemas de humedad). 

Poner un adecuado aislamiento acústico entre las dos viviendas no habría superado los 300 €, incluido trasdosado de cartón yeso o ladrillo y enlucido y pintura.

Al demandante le costó el juicio -el que perdió-: 

  1. Peritaje de un ingeniero para medir los ruidos nocturnos (movimiento de herramientas y tecleo de un ordenador): 800 € (el ingeniero tuvo que quedarse tres noches).
  2. Mi peritaje: 300 € 
  3. Costas procesales: más de 1.500 €
En fin, por fortuna no todas las personas enfadadas con el mundo tienen dinero para hacer perder el tiempo a los jueces, abogados, procurados, peritos y al desdichado que la mala suerte le ha puesto ante las narices.

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