martes, 3 de julio de 2012

No somos tan modernos

Cuenta mi madre que cuando se quedó embarazada de mi hermano mayor lo pasó muy mal durante los tres o cuatro primeros meses. Se suele quedar mirándome y pregunta: ¿Cómo tuve valor para tener más hijos? Porque todos tus hermanos fueron buscados. Tú no, tú fuiste una sorpresa, pero a tus hermanos los buscamos uno a uno. En esa época (1968) resultaba extraño que los hombres fueran a las tiendas de comestibles a comprar. Esa era una labor expresamente femenina y si en alguna familia caía enferma la cabeza de familia y los hijos eran pequeños, se les pedía a una vecina o familiar que se ocupara del tema. Mi padre, por no gustarle pedir favores inútiles o porque pensaba que no era algo muy diferente a lo que hacía cuando le tocaba intendencia en la Base Aérea, todos los sábados cogía la cesta de mi madre, llegaba al mercado de Málaga, y hacía la compra para la semana. Un gallo entre gallinas o un palomo cojo, según quién lo mirara.

El día que España ganó la Eurocopa un par de amigos de Guille se quedaron a dormir en casa. El exceso de "libaciones" y el que vivan en un pueblos lejanos, lo hizo necesario. Mientras desayunábamos al día siguiente, uno de ellos, de unos 50 años de edad, nos contó que sus hermanas cuando llegaron adolescentes a Baños, un pueblo de Jaén, provenientes de Ceuta, tuvieron problemas con las beatas del pueblo por la vestimenta que utilizaban. Por aquella época en Ceuta era normal que las mujeres utilizaran pantalones, pero en el pueblo de Jaén era considerado una extravagancia. Una de sus hermanas se enteró que cuando los extraños hablaban de ellas las mencionaban como "las tres frescas" (fresca era el eufemismo de puta) y exigió a sus padre volver al continente africano, pero era por completo imposible. Del enfado, estuvo más de seis meses sin mencionar palabra. Cuando le "salió" novio (como si fuera un forúnculo en una posición delicada) se le quitó toda la tontería y volvió a hablar con normalidad. Muy pocos años después, aquellas mismas beatas que tanto criticaron sus vestimentas, utilizaron el mismo tipo de pantalón que a sus hermanas parecía haberlas llevado a las profundidades de los infiernos.

Me asombra y pasma mi sobrina. Yo con su edad, cuando quería algo, la única logística que desplegaba era el llanto desconsolado. La semana que viene se marcha de campamentos. En las instrucciones le sugerían que llevara dos o tres bikinis o bañadores. La madre le ha comprado dos este año (los del pasado no le sirven porque ha crecido una barbaridad). Para conseguir los 12 € que le cuesta un nuevo bikini, se dedica a decorar uñas por 1.00 € la mano. Por supuesto pedí que me las decorara. Fondo rosa pálido con cristalitos rojos. Guille, para mi sorpresa, también quiso que se las decorara, negras con franjas grises que consigue con un imán especial. Y para mi mayor sorpresa aún, no se las quitó en cuanto mi sobrinilla se fue. Durante cuatro días ha estado exhibiendo sus uñas decoradas y si alguien ponía un poquito más de interés, explicaba que había sido su sobrina. Hace sólo dos años era muy complicado ver a un hombre con las uñas pintadas.

El día del partido España-Italia, uno de los amigos de Guille llegó vistiendo una falda. A la altura de unas bermudas, de cuadros, sin apenas vuelo. Es un chaval joven que estudia diseño en la la Universidad Europea de Madrid.  A todos nos pareció extraño. A algunos curioso, a otros censurable. Cuando le sugerí a Guille que consiguiera una, fue tajante: Nanai. Luego le hice imaginar: él falda, yo falda... Seguro que de ser indistinto el uso de la falda en los géneros, aumentaría la natalidad. Puede que sólo falten dos años para que los hombres la utilicen con normalidad. De momento, no somos tan "modernos" como pensamos.


2 comentarios:

  1. .
    La comodidad de la falda es indudable; por eso, en cuanto los bajos de mis vaqueros empiezan a despelucharse, encargo a mi señora que deshaciendo perniles y recortandolos, me confeccione minifaldas.
    Son las que me pongo para empujar el carrito en el hiper, aunque siempre cuido de agacharme con decencia.
    :-)

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    1. Jajajaja, ay, qué cruel es mi imaginación!!! Lástima, Guille no quiere que le haga lo mismo con unos vaqueros que se manchó con aceite de la moto, dice que nanay, que tendría que depilarse los muslos y eso debe de doler un "huevo". ¡Qué pena, con lo sexy que estaría agachándose con decencia!
      :-D

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