martes, 17 de febrero de 2015

Los segundos de vacio

Uno, dos, tres... después de recibir un pelotazo en el estómago existen unos segundos de vacío, de extraño bienestar, de completa quietud. Se sabe que en cuanto se respire, se llene de aire los pulmones y el abdomen de distienda, comenzará el dolor. De nada sirve intentar prolongar esos segundos de placidez porque la necesidad de aire se impone y termina derrotándola. Esos insignificantes y extraños segundos de casi completo satisfacción le siguen a la lectura de la mayoría de las entradas del blog de Antonio Muñoz Molina. El azul tan inocente del cielo en la ventana no engaña, comienza, y es como si acabara de encontrar el cabo de un hilo del que tira y nos arrastra con él, avivando recuerdos, obligándonos a comprender qué siente cuando sale a la intemperie, exponiéndose a temperaturas de cámara frigorífica. Nos enseña su ciudad con fotografías móviles: Voy a la orilla del río y la corriente es un glaciar de bloques despedazados que suben con el empuje de la marea alta. Con qué facilidad me traslada a lugares en los que nunca he estado y me hace recordar imágenes que nunca he visto.



Suena el teléfono, y como el hielo en la corriente del Hudson, el placer de estar sumergida en una ficción que convierte todo lo demás en vacío, se despedaza. 





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