martes, 24 de febrero de 2015

El tiempo transcurre gota a gota

Este año el regalo de Guille por el día de los enamorados ha sido satisfacer una curiosidad. Lo había apuntado en una pequeña libreta que siempre lleva consigo. Es tipo agenda, con orden alfabético. El tamaño, no querer sustituirla por una nueva y las pocas hojas, lo obligan a escribir con letra de liliputiense. En ella se mezclan fechas importantes que tiene que recordar, películas que quiere ver, citas que le han gustado... o posibles regalos. A mí me tiene esparcida por todo el orden alfabético: Amorcito, BK, Curiosilla... Queca... Rebeca... Zarrapastrosa (por las últimas botas de trabajo que tuve).  Aunque no me es un objeto vetado, conseguir respuesta a una pregunta en ella es prácticamente imposible por el orden arbitrario que tiene. Me quedé sin respuesta a la pregunta de qué libro leía un chaval que coincidió con nosotros en el vuelo a Croacia de este verano. Estaba tan absorto en la lectura que ni por un momento le importó lo que ocurría al otro lado de la ventanilla o a su alrededor. Un sordo plot, como una gota que cae en un depósito de chapa vacío, delataba el paso de las hojas en su libro electrónico. Cuando el aterrizaje lo obligó a dejar la lectura, Guille se atrevió a abordarlo, porque Guille es como mi madre, con una facilidad extraña para hablar con los desconocidos sin que estos los miren como locos. En cuanto aterrizamos Guille hizo un apunte en su libreta e intuí que se trataba del título del libro que leía el chaval, pero ante mi necesidad de saber, él se limitó a darme la libreta sospechando que sería incapaz de encontrar lo recién escrito. Aún hoy, que ya conozco el título y el autor, porque fue el libro que Guille me regaló este 14 de febrero, y que para mi sorpresa yo también he devorado como si las palabras fueran tan imprescindibles como el oxígeno, seguro que sería incapaz de encontrar el apunte en el cuaderno de Guille. 

2 comentarios:

  1. Aunque mi comentario nada tiene que ver con las aventuras de Guille, me he topado con esta noticia en El Mundo y me acordé de tu crítica del otro día, cuando en un plisplas simplificabas con bastante frivolidad (perdona) sobre quienes diciendo que renunciando por los demás en realidad son unos farsantes que los engañan a ellos y a los inocentones espectadores. Más de una vez, recuerdo bien, nuestro venerado y lúcido AMM censuraba la simplificación que conduce a conclusiones superficiales y tendenciosas porque desde el principio se interpreta la realidad de forma torcida.

    Observa, además, que los recriminadores no eran precisamente cristianos.
    http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/26/54ef5538e2704ed64e8b4571.html

    Y, repito, nunca me consideraría un respetable representante de mis creencias, lo que ocurre es que colocarse cómodamente a favor de corriente ha sido históricamente un error. Vivimos tiempos mediocres y muy mezquinos, pero eso no debe ser coartada para claudicar. Tal vez la vieja Europa que se regocija con la abjuración total de sus raíces consiga salvarse antes de que la tape la arena del desierto.
    En fin, aprovecho para agradecerte los buenos ratos que he pasado leyéndote. Se esté o no de acuerdo, hay que reconocer que quien escribe hace un regalo al lector.
    Hasta pronto y mucha suerte con ese "Gran Proyecto" que planeáis a medias. Estoy seguro que conseguiréis el primer premio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Suelo ser concisa por temor a enrollarme mucho y hacerme pesada.

      Casi todos los misioneros van a países subdesarrollados a vender su Dios a cambio de cubrir las necesidades de unas personas que, por lo general, no son espirituales. Pueden que necesiten preservativos para evitar enfermedades venéreas, sobre todo el sida, pero lo que le llevarán serán los remedios para paliar los efectos de esa enfermedad. Para quienes no compartimos ese tipo de creencias, es muy complicado de comprender.

      Respecto al interesante artículo que enlazas, en este caso censuran a la Madre Teresa, hace unos días asesinaron a un bloguero por ser un activista a favor del laicismo.

      A mí no me importa qué opinan los demás. A nadie debería importarle ni repercutir las propias creencias sobre los demás. Esa sería, a mi entender, la mejor forma de vivir.

      Eliminar