martes, 25 de febrero de 2014

La mujer de rojo

Cuando paseaba con mi abuela por su pueblo y pasábamos por la plaza de la Iglesia, señalaba una casona muy grande y destartalada, que se apoyaba en los muros del templo como un anciano lo hace en un bastón, y me decía que allí había vivido La Morenaza. Por supuesto, exigía que me contara su historia. Creo que es la más triste que escuché de su boca, porque todas las demás tenían un ápice de esperanza o el vencimiento del bien sobre el mal. La de La Morenaza es tan sobria, tan real, tan carente de moraleja, que no puedo impedir sentir pena por esa mujer que para mí sólo fue un fantasma.

La Morenaza tuvo que casarse con el hombre que la dejó viuda por miedo a que también la matara a ella. En el pueblo de mi abuela, durante la Guerra Civil, hubo más muertes imaginarias que reales. Por lo general, se llevaban a los sospechosos de tener pensamientos subversivos a Sevilla, y, por lo general, de allí no volvían. Con el marido de La Morenaza no quisieron correr el riesgo de que la distancia hicieran traslucir la verdad, y lo mataron en la tapia del cementerio. Su supuesto delito: hacer que su mujer se paseara por todo el pueblo con un vestido rojo para convocar a todos los que fueran afines a sus ideas de  izquierdas. La realidad: que el sargento de la Guardia Civil se había encaprichado de La Morenaza y quitó de en medio el único impedimento que existía, con un par de balas. 

Si la realidad no fuera tan cruel, o la literatura y el cine no nos hubiera acostumbrado a la justicia divina, podría impedir imaginar que La Morenaza había aceptado su destino para conseguir vengar al marido asesinado, emponzoñando los alimentos que le preparaba al sargento. Pero fue la muerte natural, muchos años después, cuando en el país ya existía una democracia consolidada, quien volvió a dejarla viuda.

2 comentarios:

  1. Por desgracia, en aquellos tiempos hubo muchos casos reales, al menos parecidos al de La Morenaza.
    ¿No sería ese el pueblo donde Agapito de cortó el "pito", o algo asi. Un cuento que tanto de divirtió cuando lo leí?.

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    1. Efectivamente: esto ocurrió en La Lantejuela. Casi todas las historias de mi abuela ocurrieron en ese pueblo, el que imaginaba con una vida social muy movida y ajetreada, en el que todos los días ocurría algo. Pero hace poco estuve para recoger unos documentos y parece el pueblo más aburrido y tedioso se pueda imaginar.

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