miércoles, 12 de febrero de 2014

La canica iridiscente - El ojo de Júpiter

De dos minutos, al general Sagrado le sobra uno mirando atentamente a los ojos de Veintitrés para olvidarse del ser extraño en que se ha convertido. La mujer es lo único que le queda para mantenerse cuerdo. Poco a poco, una  a una, han ido cayendo el resto de naves que escaparon de la Tierra. Se pregunta cuándo les tocará a ellos, porque todas han sufrido problemas mecánicos o informáticos, como si desde un principio estuvieran diseñadas para apacentar a las masas, dar un resquicio de esperanza y evitar que sintieran la misma agonía que un reo en el corredor de la muerte. El general sabe que muchas de aquellas naves siempre fueron señuelos. Enormes armatostes que parecían cines atestados de sillones, con ridículos depósitos de combustible y haces de cables que morían en paneles de mandos sin ninguna conexión. Lo supo desde el principio y estuvo luchando contra su conciencia durante semanas. ¿Contarlo? ¿Darlo a conocer y asesinar incluso la esperanza de quienes no tenían adónde escapar? La ley marcial permitía un extraño orden en mitad del caos. La gente tenía una razón para levantarse por las mañanas: quien no trabajaba en las naves, perdía el derecho a un pasaje, un pasaje a ninguna parte. Sólo se excluían los niños menores de 10 años. Ancianos y minusválidos también debían contribuir al bien común. Cuando, gracias a sus resultados en el simulador de vuelo, lo cambiaron de nave, supo que al menos para un millar de personas aún existía un futuro.

 Es peligroso acercarse más. Anillos de polvo cósmico, satélites, asteroides, magnetismo... todo parece aliarse para mantener a los visitantes alejados del gigante gaseoso. Como si los vientos huracanados de entre 400 y 600 km/h de la atmósfera joviana no fueran lo suficientemente aterradores. Las volutas que se forman por las tormentas en la superficie del planeta se reflejan en el cuerpo bruñido de Veintitrés. Los científicos de la nave han determinado que es una bacteria que necesita convertirse en huésped de un organismo independiente y complejo para sobrevivir. En una noche se había extendido por toda su mano (las uñas se desprendieron, quedaron sobre el colchón de la cama); en una semana, ya le cubría todo el brazo; en un mes, sólo los ojos de Veintitrés se mostraban al mundo. El general Sagrado temió, hasta que quedar desmentido por la evidencia, que la bacteria terminara matando a la mujer. Ella no, ella siempre confió en su huésped, sabía que no se mata a quien te permite vivir.

 En el centro del laboratorio científico hay una urna con el único trozo de materia extraña que han podido amputarle a Veintitrés. Murió en cuanto la retiraron del anfitrión; pero no se descompuso. Sigue conservando las mismas características que cuando está viva: metal resistente y tan maleable que se adapta a cualquier superficie. Pensaron que podría ser muy útil, de poder producirlo masivamente. Había fracasado intentar infectar a animales o personas con la misma bacterias y todos los intentos por seguir retirando del cuerpo de Veintitrés la extraña materia, fue inútil: su cuerpo se agitaba y convulsionaba aún estando por completo inconsciente.

Hacía una eternidad que el general Sagrado no podía abrazar el cuerpo de Veintitrés. Se obstinan en mantenerla en aislamiento, aunque saben que es inocua. Le hubiera gustado tenerla cerca, ahora que se aproximan a su destino: el satélite joviano Europa. Saben que tardarán décadas en tener una atmósfera respirable, pero, de momento, es lo más parecido que tienen a un hogar.

El día 1.855 de vuelo el general Sagrado despierta con el cañón de un arma pegada a su sien derecha. Tiene la costumbre de dormir junto a la pared de plástico que aísla a Veintitrés del resto de la nave; pero ella no está en el pequeño receptáculo que le han habilitado. Si la amenaza de matarlo hubiera ocurrido al inicio de la misión, o durante el tiempo que se supo solo, simplemente se hubiera girado en la cama, a la espera del proyectil que acabara con todo; pero ahora existe la mujer y tiene que mantenerse con vida para protegerla. Tan dócil como un cordero al que dirigen al matadero, se dejó guiar hasta la sala de mandos de la nave. En cuanto miró la pantalla, supo cuál era el problema: habían cambiado el rumbo de la nave, dirigiéndola directamente hacia algún punto del enorme planeta. El sistema de seguridad de la computadora Ltenio00 saltaba, volviendo una y otra vez a la dirección original, impidiendo del destino suicida.

Quien ha orquestado el previsible fin de la existencia de los últimos humanos, es el más invisible de los hombres. Menudo, insignificante y sin más poder que el que le presta el arma que tiene apoyada en la mesa frente a él y su capacidad para hacer daño. Si el hombrecillo no fuera tan indiferente, el general Sagrado podría haber recordado que pertenece al grupo de los agricultores de la nave. Y quien, en un pasado que parece muy remoto, le gustaran las revistas del corazón, podrían haberlo reconocido como el único hijo de uno de esos millonarios de fortuna oscura, actividades ilícitas y buena suerte comprada con mucho dinero.

La nueva coordenada es el centro de la gran mancha roja de Júpiter. El plan del general Sagrado es sencillo: calcula que tiene un plazo de 48 horas antes que la nave se acerque lo suficiente al planeta para verse irremediablemente atraído por su fuerza de gravedad. En ese plazo, está convencido que al jardinero lo vencerá el cansancio. En cuanto lo reduzca a él, no cree que los demás se resistan. Pero algo falla. Al desconectar la computadora, una fuerza, mayor a la de la gravedad prevista, los atrae hacia el centro del enorme ojo de planeta, a tal velocidad que queda aplastado contra el sillón de mando y le resulta imposible levantar la mano hasta los controles.



Con la colaboración de Ltenio00

Continuará....

2 comentarios:

  1. Hace tiempo que mis glándulas lagrimales no se descontrolan! Aún sabiendo, creo yo, a donde va la nave, las cosas pintan muy desesperanzadores para la tripulación. Por cierto, también he iniciado mi primera historia, que podría perfectamente ser una especie de "punto de vista distinto" a esta obra, ya que es referente a los extraterrestres de mi imaginación. que podrían servirte. Claro está aún muy crudo, voy a ver si en el segundo capítulo los "evoluciono".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es divertido esto de imaginar, porque no existe ningún tipo de límites. Si algo escapa a nuestra realidad y leyes físicas, nos basamos en que es vida alienígena.

      Ya vi ayer tus nuevas entradas, pero tenía que responder con urgencia a algunos correos y terminó por hacerse demasiado tarde. Esta noche es más sosegada y normal. Sin cosas pendientes.

      Eliminar