sábado, 11 de enero de 2014

Shhhhhhh, no lo despertéis del sueño de los inocentes

Comprendo perfectamente la forma de pensar de Alberto Ruiz-Gallardón respecto al aborto porque, cuando yo tenía unos 10-12 años, pensaba igual. Luego, con más conocimiento de causa y más capacidad para no dejarme influenciar por terceros, cambié de opinión. Durante mi preadolescencia, estaba convencida que el feto era un ser débil que debía defenderse a toda costa. Hasta creía que no debía permitirse el aborto en caso de violación porque había escuchado en un programa de radio que la agitación nerviosa que sufre una mujer mientras es forzada, impide que el espermatozoide se una al óvulo (creo que fue en la Cope, única emisora que escuchaba mi madre). Cuando eres una niña no crees posible que en los medios de comunicación se mienta. 

No es fácil estar al favor del aborto. Ser considerada por parte de la sociedad como asesina. Lo más sencillo sería lucir en una camiseta y en la mentalidad una de esas imágenes de un bebé rollizo sobre el que hay escrito en letras grandes ¡Mamá, no me mates! Pero eso sólo sería hipocresía, una forma cobarde de negar la realidad que significa el sufrimiento de un embarazo no deseado. 

Ruiz-Gallardón se ha quedado anclado en una preadolescencia inocente y cobarde, influenciado por sus creencias religiosas, incapaz de comprender el miedo y sufrimiento de una adolescente que no ha sabido negarse a unos minutos de placer (en el internado, durante una semana, una compañera creyó estar embarazada de su primo) o el terror de una mujer maltratada que debe alumbrar el niño del hombre que la mandó al hospital... existen miles de historias, y todas llenas de dolor porque el aborto, en ningún caso, es un capricho.

Seguirá habiendo abortos (siempre los ha habido, incluso cuando la prohibición era absoluta). Las nuevas restricciones impuestas por el capricho de Gallardón y aceptadas por parte del gobierno, únicamente van a implicar un aborto más caro y más inseguro. 

Al igual que a nadie se le obliga a donar médula para salvar una vida, ¿por qué el paternalismo gubernamental se empeña en imponer su voluntad y ordenar a la mujer cuándo puede y cuándo no interrumpir un embarazo no deseado? La sociedad, la mayoría, no creía necesario este retroceso en las libertades. ¿Es lícito que un político imponga leyes basadas en sus creencias religiosas, ignorando el bienestar y las necesidades de la mayoría? ¿No debería existir un tamiz, un árbitro, que mantenga a todos estos personajes que no sirven para gobernar, lejos del poder? Esta democracia cada día se está pareciendo más a una dictadura.

4 comentarios:

  1. El aborto... un tema tan delicado como la brecha entre una dictadura bondadosa o una democracia mal llevada.

    El libre albedrío que Dios nos concedió como don, nos permite ejecutar acciones extremas en momentos desesperados. Si la religión (al menos la católica) la siguiéramos al pie de la letra, no habría sexo después del matrimonio, y luego no habría sexo después de la cantidad de niños que queramos. Lástima que a la hora del disfrute nos olvidamos de la religión, así que, a la hora de controlar...

    China es un buen ejemplo. Allá no existe aborto. inmediatamente después del parto, a la mujer se le "corta". Algo que para el católico sería un sacrilegio, pues estamos modificando nuestro cuerpo. Pero para ellos era necesario. Si no controlaban su tasa de natalidad se exponían a una hiperpoblación (ya la superpoblación la alcanzaron muchos años atrás).

    Aquí en Venezuela, pues es un país profundamente católico exclusivamente para "joderse" la vida. hay adolescentes que tienen más de dos hijos, y aún no cumplen 20, ni mucho menos haber culminado sus estudios. Tengo vecinas que tienen 15 hijos (que yo sepa). Y lo peor de todo es que viven en un estado decadente. Esto me pone a pensar, en estos casos... donde está la iglesia? y el libre albedrío deberíamos dejarlo tan... libre?

    A veces pienso que a nivel global, debería haber una especie de "dictadura moral" para encauzar el libre albedrío unas tres o cuatro generaciones para luego ver si la cosa se compone. Lástima que ya eso no pasará, pues la población común no es lo suficiente ignorante para dejarse manipular a ese extremo, ni lo suficientemente altruista como para darse cuenta de los errores que cometemos.

    Post Data: si luego de este comentario no ves otro, probablemente habré sido secuestrado por lo chinos acusado de traidor, o "linchado" (asesinado) por mis compatriotas.

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    1. Has dado en el clavo: China. Cuando exista superpoblación en el mundo, algo que ocurrirá pronto, según vi en un documental, ya no habrá que preguntarse cuándo se puede abortar y cuándo no: habrá que preguntarse si se tiene derecho a no abortar.

      Mucha gente viviendo de unos recursos muy limitados. El futuro que les espera a nuestros bisnietos o tataranietos, es la ley del hijo único. Espero que para entonces la Iglesia Católica no imponga la abstinencia en el sexo (nunca comprenderé por qué la Iglesia se mete tanto en algo que, teóricamente, no practica).

      Si los chinos te detienen, avisa, Buscaré un ejército e iremos a salvarte (y de camino haremos algún negocio, que la economía China ya es la más rentable del mundo).

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  2. Hay una absurda manía en querer arreglar las cosas con el Derecho Penal. Y no. El aborto es un problema, un mal. No debería tener que abortar nadie, pero la generalidad de las mujeres que deciden abortar lo hacen presionadas por la realidad que les rodea, por circunstancias sociales, económicas, laborales... que les hacen indeseable afrontar la maternidad. Remover esas circunstancias no es posible con el Derecho Penal. No es tarea del Derecho Penal. Los antiabortistas militantes, y esa vergüenza de ministro que es Gallardón, deben bajarse del Derecho Penal y centrar todo esfuerzo en cambiar esas circunstancias, por vías que (obviamente) nada tienen que ver con el Derecho Penal. Dejen al Derecho Penal tranquilo y céntrense en lo que importa (si es que tanto les importa). Entérense ya.

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    1. Lo más lamentable de esta situación es que muchas de esas circunstancias que mencionas (sobre todo morales), son culpa de la ética católica que se nos impone (en cualquier ciudad nadie da importancia a la vecina que es madre soltera, pero en lugares pequeños, es aún una causa de vergüenza).

      Tienes toda la razón: menos derecho penal y más políticas sociales que no obliguen a una mujer a abortar por miedo a perder su trabajo (por ejemplo), o que una mujer desempleada pueda tener un hijo sin aterrarle el futuro.

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