domingo, 19 de enero de 2014

Llueve

Cuatro días y cinco noches sin ver un astro. Bueno, si miro para abajo, veo la Tierra, pero está tan cerca, que no cuenta. Es como un bosque que no deja ver los árboles. El jueves por la noche no estaba tan nublado y se podía adivinar por dónde andaba la Luna gracias al resplandor en las nubes. Ahora no, ahora el manto es compacto y tan blanquecino que cualquier brillo al otro lado queda anulado. Parece que estuvieran las nubes preñadas de nieve, pero no hace tanto frío. O puede que a esa altitud sí lo haga, y los copos se conviertan en gotas a medida que caen. Pero, de momento, no llueve; si sigue así, saldré a correr. Llevo tres días sin hacerlo. Me estoy volviendo perezosa. Antes la lluvia no me retenía en casa. No me gusta la sensación de las lluvia empapándome los muslos a través de los leggings. Tengo unos que son especiales para el agua, pero son peores que los normales. Tienen una piel exterior aislante y pelo en el interior. No transpiran. Con el esfuerzo, sudo, el pelo se empapa. Al menos los normales, se terminan secando si deja de llover. 

Ni siquiera puedo distinguir los falsos límites de la tierra. Ahora no, porque es de noche y si miro por la ventana a lo lejos, no llego a ver más que algunas luces en mitad de la oscuridad. Las hay ambiguas: no se sabe si están en tierra, en la ladera de Sierra Nevada, o son aviones que vuelan por debajo del manto de nubes. Por la mañana, las tormentas que caen a algunos kilómetros de aquí esconden el horizonte tras una neblina. 

Me gusta mucho que llueva. Me gusta cuando paseo por el campo y escucho las gotas cayendo como perdigones en el gorro del chubasquero, me gusta en las tardes de verano cuando los olores son el preludio de los enorme goterones que forman cráteres en el polvo del suelo al caer, y me gusta en noches como esta, cuando invita a enclaustrarse y cambiar la rutina.


4 comentarios:

  1. También me encanta la lluvia. Desde niño( supongo que es atractivo general), disfrutaba construyendo junto a mis amigos, unos simples entramados de palos cubiertos de "jaramagos", para guarecernos de ella, pero sentirla a nuestro alrededor. ¡Placer de dioses!

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    1. Me parece que la apreciamos tanto, porque es extraña, un meteoro que se produce de tarde en tarde. A mi hermano, que ahora vive en Londres, también le encantaba. Ahora está deseando venir para abajo para disfrutar del sol.

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    2. En esta ocasión insisto en el comentario, porque veo que no me expliqué bien. Me refería a estas latitudes, porque su hermano que vive en Londres lleva toda la razón. Lo se por propia experiencia, ya que viví once años en Bilbao y llegaba el momento de ansiar venir para disfrutar del sol yel cielo despejado y eso se que allí no es que esté lloviendo todo los días, eso no es más que uno de tantos tópicos.

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    3. No es que usted se explicara mal, es que no lo leí con atención (culpa mía).

      Creo que eso de que siempre llueve en Londres, a diferencia de Bilbao, sí que no es un tópico. Casi siempre que pregunto a mi hermano por el tiempo, me suelta: lloviendo, nublado, nevando... Pocas veces me dice que despejado. Pero a cambio, desde la ventana de su apartamento (una planta baja, sin rejas ni ningún sistema de seguridad) ve un jardín con un césped semejante a una alfombra verde brillante.

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