jueves, 2 de enero de 2014

Los Idiotas

Se parecen bastante el circo que se monta alrededor de una novia la mañana del día de su boda y los preparativos para una noche de fiesta elegante (sobre todo si coincide que la promotora de ambas, es mi suegra). Exfoliar la piel, masajes, cremas, limpieza de cutis, más cremas, maquillaje de pinceladas minúsculas y minuciosas, dejarse peinar, manicura... el agradable deslizar de la ropa nueva por la piel tan mimada (es una caricia casi erótica)... El espejo siempre devuelve la imagen de una extraña bastante incómoda en la que no me reconozco. Ni a Guille ni a mí nos gustan las fiestas que parecen un gallinero lleno de pavos reales. Pero tenemos el defecto de hacernos más felices complacer a los demás que a nosotros mismos. Al menos tendremos una bonita fotografía para el álbum de fotos de mi suegra (Año Nuevo 2013-2014 -tiene una caligrafía muy bonita, muy adornada, de esas que ya no se ven-).

Mis suegros nos invitaron a una fiesta privada para abogados en uno de los hoteles más famosos y hortera de Barcelona, para celebrar la entrada del año. Tuvimos la fortuna de libramos de la cena (nos hubiera costado más de 300 euros por cabeza -o por estómago-). Tampoco estamos hechos Guille y yo para la alta cocina, donde la longitud de los nombre de los platos son inversamente proporcional a la cantidad de comida que ponen (hacemos mucho deporte, más de tres horas diarias, no nos quedamos satisfechos con esas delicatessen donde tienes que adivinar si lo que hay en el fondo del plato es un adorno o lo que te tienes que llevar a la boca). La alta cocina siempre la he creído muy parecida a El Traje Nuevo del Emperador.

Habría disfrutado mucho de la fiesta de ser socióloga. Me lo pasé medianamente bien. Al menos, mejor que Guille y mi suegro, ya cansados antes de que empezara, porque están acostumbrados a irse a la cama a las once.

Muchas conversaciones sobre la crisis, sobre los ineptos que son los políticos, muchas críticas y halagos a Mas... muchas bebidas alcohólicas, muchas narices rojas, muchas voces empalagosas... A las cinco, cuando la música en vivo ceso, hubo una desbandada, nosotros, ante el cansancio de Guille y su padre, aprovechamos para irnos también. Personas que se habían metido en seis horas una docena y media de whiskys en el cuerpo, y con el título de abogado en vigor, no sintieron ningún temor de subirse en sus coches y conducirlos. Se creen demasiado importantes para saberse mortales. Y si no les importa sus vidas, ¿les va a importar las de los demás?

4 comentarios:

  1. Has tocado lo más íntimo de mis pensamientos! Yo no le tengo ningún aprecio a la alta cocina. Es más, prefiero mil veces comida casera o "buhonera" (puestos de comida que no cumplen ninguna normativa legal y casi ninguna normativa de salubridad) pues sirven en grandes cantidades, la comida, aunque no lo creas, mucha más fresca, y lo más importante para un chino, el precio. He comido en restaurantes lujosos, y lo único que tienen de ventaja es el ambiente, pues del resto no se equiparan a lo anteriormente expuesto.

    Respecto a los abogados, cuando aún era estudiante, cada vez que alguien se metía al "bruto" (al no entender se pone de mal humor) le decimos que estudie derechos, ya verás como tenemos a los abogados, así que no es de extrañar que lo hacen no por importarles o no su vida, sencillamente... la cabeza no les da. Claro como siempre habrá excepciones.

    Por último las fiestas. Nunca me han gustado, sobre todo cuando es necesario irse de gala. Personalmente para celebrar algo, yo prefiero reunirme con los involucrados, que han de ser conocidos, o de confianza suficiente para echarnos bromas, preparar entre todos una parrillada, criticar a los cocineros, un juegazo de dominó, pelear por haber puesto mal las fichas, poner a cocinar a los que perdieron y como no, un poco de licor, poco para los que manejarán para dejar a cada quien en su casa, y mucho para el resto.

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    1. Mi marido y yo fuimos a la fiesta por satisfacer a mi suegra (le encanta esos jaleos que obliga a ir disfrazados). Por fortuna, no nos vimos obligados a aguantar hasta el chocolate con churros (típico en las mañanas de año nuevo, y que se suele tomar a eso de las 7 o las 8).

      Yo también prefiero las fiestas más caseras, sin tener que ir emperejilados, y mejor con amigos que con desconocidos.

      Menos mal que hoy, día de los Reyes, se acabaron las fiestas navideñas. Ya sólo queda zamparnos el roscón de reyes, con la esperanza de no degollar a la figurita del rey, que lleva en su interior, de un mordisco. Estoy deseando volver a la monotonía del trabajo.

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  2. Lo que escribes son excelente estampas literarias.
    Me divierto mucho en este blog.
    Un abrazo.

    AG

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    1. Has conseguido que me ruborice; aunque mis entradas, de literarias, tienen poco. Sólo son parte de las cosas y/o desastres que me pasan. Muchas gracias por tu comentario.

      Un abrazo

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