martes, 24 de diciembre de 2013

Un poso de felicidad

¿Por qué lo hacemos? Nos reunimos alrededor de una mesa llena de comida, a veces con familiares a los que sólo vemos de tarde en tarde porque nos resultan antipáticos o no tenemos nada en común con ellos y nos atiborramos de comida, creo que como excusa a dejar de soltar chorradas porque con la boca llena no se habla

Estos son los primeros cinco minutos que tengo de descanso desde que aterricé esta mañana en Barcelona. Apenas llegué, me pusieron a preparar canapés. Canapés con paté, anchoas, caviar, salmón, aceitunas, huevos de codorniz, pimientos morrones, huevo hilado... Mi suegra había impreso fotografías de cómo debían quedar. Ha sido divertido, como montar pequeñas maquetas. Mientras, ella ha preparado sopa de picadillo (una tradición en esta familia), media docena de pescados diferentes y un pato tremendo, al limón, un bicho tan enorme, que me recordó el episodio de Mr. Bean en el que mete la cabeza por el culo de un pavo gigante y termina cenando un sándwich de algo que parece mermelada (puaaaaaag). 

Tres personas -mi suegra, mi cuñada, hermana de Guille, y yo- trabajando durante más de 8 horas para una cena que duró tres. Aunque con lo que ha sobrado hoy, tendremos para alimentarnos hasta el año que viene. En cuanto se marchó la tita coñazo de Guille -una señora que se empeña en mostrarse antipática con todos y herir todo lo que sea posible con su lengua viperina- la cena se volvió muy agradable.Quiero disfrutar de estas reuniones multitudinarias porque vaticino que llegará el día en el que Guille y yo seremos los únicos comensales a nuestra mesa navideña, o lo que es peor, tendremos alguna importante razón para no celebrarla. 

2 comentarios:

  1. Cuanta razón tiene. También aquí dos días de preparación de comida. También sopa de picadillo, dicen que para "entonar el cuerpo", menos mi mujer que no la toma.
    Yo decía que sería feliz con un bocadillo de caballa, por ejemplo, y una litrona y a la cama, que mañana será otro día. ¿Pero quien frena esto?.
    ¡Que venga ya el siete de enero! La rutina de mis clases de inglés, aunque avanzo con tal lentitud, que retornaré "al más allá" sin dominarlo.

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    1. Sí, yo también estoy deseando que llegue el día 7 (qué lento transcurre el tiempo a veces). A estas alturas, sólo el olor de la cocina, ya me produce hartazgo.

      Qué suerte poder estudiar inglés. Yo tuve que dejarlo: terminé mezclando idiomas al escribir. Le será muy útil para sus muchos viajes.

      Espero que le sea leve lo que queda de fiestas.

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