domingo, 22 de diciembre de 2013

Por la gracia de Dios

En El Ángel Exterminador de Buñuel, un grupo de personas invitada a una cena no se deciden a marcharse de la mansión donde se celebra. Nada les impide salir, pero ninguno tiene la voluntad de dar un paso adelante y cruzar el umbral de la salida. Esta noche me pasa lo mismo: no tengo voluntad para ponerme a trabajar (tengo que mandar algunos presupuestos para antes de mañana), aunque en mi caso se puede justificar por el cansancio. Salí de casa a las 8:00 de la madrugada (hoy es domingo y sigue siendo hoy hasta que me acueste y levante). Hice una excursión con unos amigos al Trevenque, y cuando bajamos, ayudé a uno de ellos a montar muebles del Ikea (el dormitorio para su hijo). Ahora estoy (plof ) en el sofá como una mosca en el casco de Fernando Alonso. Tengo el pc en el suelo. Es un poco complicado escribir así (se me está yendo toda la sangre a la cabeza). 



Para entretenerme y conseguir la voluntad que necesito para ponerme a trabajar (hoy no salgo a correr porque estoy agotada), vi el último programa de Salvados: Confesando al Estado. Trata de la falsedad de que España sea un país aconfesional y laico. Habla, entre otras cosas, de los colegios concertados. Entrevistan al director de uno de estos colegios. (Un inciso: creo que tengo algo de pervertida porque en cuanto estoy ante alguien del Opus Dei, me es imposible no imaginar las púas de un cilicio hincándose en la piel desnuda y nívea de un muslo). En el colegio hay segregación por sexos. Aseguran que el rendimiento de los grupos es mucho mayor así. Una profesora pone como ejemplo a los chavales que se enamoran de alguna chica y que pasan a comportarse como los gallitos de la clase. No soy capaz de corroborar esta afirmación porque mi colegio era casi exclusivamente femenino. Sólo en preescolar había críos. Recuerdo con ternura el extraño comportamiento que tenían algunas de mis condiscípulas en presencia de niños de su misma edad. Mi mundo fuera del internado era más masculino que femenino; pero para algunas compañeras, hijas únicas y padres divorciados, un hombre les era tan extraño y raro como un marciano. También faltaba competitividad. Si realmente existen esos estudios norteamericanos en los que se basa la segregación por sexos en el colegio, los directores y profesores, se despreocupan de los niños una vez fuera de las aulas.

2 comentarios:

  1. "Una profesora pone como ejemplo a los chavales que se enamoran de alguna chica y que pasan a comportarse como los gallitos de la clase."

    Como si algunos necesitasen enamorarse para ponerse gallitos. Lo habitual es que los gallitos (y las gallitas) se exhiban ante sus iguales. El gallito es el amo del corral formado por él y dos o tres acólitos del mismo sexo.

    Lo que sí ocurre es que un gallito se enamore de una chica guapa y sensata, deje a sus acólitos y asiente la cabeza (al menos mientras dura el noviazgo). En estos casos la chica hace el papel de novia y de madre. En un lapsus brevísimo de tiempo el gallito, que no tenía ni cuaderno de la asignatura, realiza las tareas diarias y empieza a aprobar exámenes. Me vienen a la memoria tres gallitos que sufrieron esta transformación (en tres localidades distintas).

    Nunca he presenciado el caso de una gallita que se enamore de un chico guapo y sensato. Se lo escuché una vez al juez Calatayud y lo tengo más que observado: las adolescentes se sienten atraidas por los chulitos (hablamos de una tendencia general, claro, no de una ley).

    Tampoco recuerdo casos de chicos o chicas que se distraigan de los estudios porque se enamoren. La influencia del enamoramiento (correspondido) suele ser positiva. En cambio, el grupo de iguales no siempre es positivo. En muchas, muchas ocasiones el alumno es incapaz de escapar del rol asignado por el grupo. Una auténtica tiranía silenciosa.

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    1. Una amiga de mi sobrina se ha encaprichado (no sé si a los 12 años se puede alguien enamorar de verdad) de un compañero de clase. De momento es positivo porque la niña tendía siempre a llegar tarde, y ahora, por ver a su compañero, es de las primeras en llegar al colegio.

      Me ha gustado conocer la opinión de un profesor no influenciado por la cerrazón de las ideas religiosas impuestas. Si desde pequeños se enseña a los niños y a las niñas que son diferentes, mal asunto, sobre todo para conseguir igualdad entre sexos.

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