sábado, 28 de diciembre de 2013

Confesión

Imposible no escuchar la voz ensordecedora que me hablaba en mitad de la noche. No comprendo cómo he podido estar tan sorda hasta el momento. Obcecada por el ateísmo impuesto por mis hermanos y el placer sexual que he de refrenar ahora que lo he encontrado a Él. Con mucha habilidad el diablo consiguió engañarme, poniéndome ante las narices placeres como las dulces caricias de Guille. En estos momentos estoy pensando en el divorcio y dice mi suegra, conocedora de todo lo que implica la Iglesia, que si es por querer meterme a monja, no tendré ningún problema en que se anule nuestro matrimonio. No concibo otro futuro que el estar encerrada en un convento de clausura y pedir perdón por haber tardado tanto tiempo en encontrarlo. Torpe y necia sería si no admitiera que he sido una pecadora hasta ahora que sólo sabía disfrutar de los placeres mundanos sin prestar atención a mi alma. Apenas 21 gramos, es lo que dicen que pesa, que nos puede proporcionar la felicidad eterna. Daría parte de esa eternidad a cambio de volver al pasado y poder mortificarme desde niña con cilicios y disciplinas. ¡Amadme como yo os amo, hermanos!!!


6 comentarios:

  1. Como te lea Gallardón te va a caer un chaleco que te vas a enterar, so réproba. :-)
    Claro, que como lea lo que he puesto yo hoy en mi blog...

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    1. Ja, como me pille Gallardón, seguro que me manda a la hoguera, por bruja. (Qué político más inútil: anteponer sus ideas religiosas a la libertad y derechos de las mujeres).

      Voy a leer tu cuento, que el otro día entré pero desde el teléfono móvil y era complicado leerlo.

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  2. Creo que las vacaciones "de sembrinas" me están cayendo un poco mal, no estoy entendiendo lo que leo: por una parte leo un escrito obviamente de arrepentimiento, de alguien que al fin se quiere meter a cristiana; por otro lado un divorcio repentino luego de una evidente muy buena relación; y para rematar el acróstico resaltado. Como diría un amigo: "chamo, no entiendo, explicáme".

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    1. Aaaaaah, perdón, culpa mía. Me olvido siempre de la globalización. En España, creo que en otros países también, pero en diferente fecha, se suele hacer bromas llamadas Inocentadas (lee sólo las letras mayúsculas resaltadas en negro). Suelen ser más o menos pesadas y más o menos graciosas. Quien me conoce sabe que soy atea y que quiero bastante a mi marido. Jamás se me ocurriría dejarlo, meterme en un convento de clausura y todo gracias a Dios.

      La broma la empezó mi marido. Llegamos a casa de mis suegros para desayunar juntos y suelta por las buenas: Rebeca me quiere dejar porque ha descubierto a Dios y se quiere recluir en el monasterio de Monserrat. A mi suegro sólo se le puso mala cara, pero mi suegra intentó convencerme de que podía seguir creyendo en Dios sin romper el matrimonio con Guille. Tuvo gracia, pero sólo después de desmentir la noticia.

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  3. Aja! ya me suponía que el acróstico resaltado era el determinante. Y sí, esa broma tampoco me hizo mucha gracia, hasta ahora. Pensar que en verdad te recluirás en un convento, y por consiguiente dejarás de escribir blogs... menos mal que aclaraste. Me imagino la cara de tus suegros cuando les dijeron: "cayeron!" o algo similar.

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    1. Sí, la cara de mis suegros fue todo un poema, y eso que sabían con exactitud qué fecha era y qué implicaba.

      Es complicado hacer bromas con gracia. Principalmente para el inocente. Por lo general son crueles. En parte, no está del todo mal que esté desapareciendo esta costumbre.

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