lunes, 30 de mayo de 2016

El poder del dinero

En el museo de arte moderno de San Francisco algunos visitantes han confundido unas gafas dejadas voluntariamente en un rincón, con una obra de arte. El bromista debería haber sido listo y colocado junto a las gafas un cartelito asegurando que la obra está valorada en 50.000.000$. Seguro que ahora estaríamos leyendo en las revistas especializadas decenas de críticas sobre el profundo significado de un objeto tan insulso. Pero, ¿por qué se ríen de los ingenuos? Un supuesto artista intentó exponer en Arco, como si fuera una obra de arte, excrementos dentro de una lata. 

A mi tía Lola la ingresan mañana en una clínica privada de Málaga. Donde vive, Benalmádena, hay un buen hospital, tal vez uno de los mejores de la comarca; pero la enfermedad recurrente de mi tía sólo se puede curar en hospitales no costeados por la Seguridad Social; así de caprichosa es su salud. Suele hacerlo: dos o tres veces al año asegura sentir dolores insoportables. Va a su médico de la Seguridad Social y las medicinas que le mandan, según ella, no le dan resultado. Va a la clínica privada y las mismas medicinas que le recetó su médico para que se tomara tranquilamente en casa, se convierten en un milagro. 

Algún día nos ocurrirá como a los futuros visitantes del museo de arte moderno de San Francisco: ante la duda y una obra de arte, pensaremos que sólo es un objeto olvidado. Ante la duda y los síntomas caprichosos de la salud de mi tía, pensaremos que sólo es un capricho. 

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