miércoles, 2 de diciembre de 2015

Las luces y las sombras

Muchos de mis compañeros de la facultad tenían un archivo con la casa o el edificio que los iba a lanzar al estrellato. Pensaban que era muy fácil convertirse en un arquitecto reconocido. Eran diseños futuristas, minimalistas, copias, por lo general, de edificios ya famosos con alguna pequeña extravagancia que pretendía marcar estilo pero que únicamente conseguía un conjunto homogéneo con una parte sobrante. Cuando leo El Croquis, o alguna otra revista de arquitectura, busco entre sus artículos los nombres conocidos de mis compañeros, pero no aparece ninguno. Incluso es complicado encontrar los de los profesores.

Durante la carrera, nadie nos advierte de lo que realmente es el trabajo de arquitecto. Nos arrojan al mundo con mucho bagaje inútil y pocos conocimientos aprovechables. Con la cabeza llena de pájaros, con la convicción de que somos los dueños de nuestros proyectos y no debemos dejarnos avasallar, permanecer firmes ante de la decisión de quien se gasta todos los ahorros de su vida y de un futuro muy, muy lejano, en una casa, la que no tendrá lavadero porque en la facultad nos dieron a entender que era una habitación del pasado, de las viviendas de pueblo, y que nosotros sólo debemos proyectar edificios vanguardistas. 

Tenemos en el estudio una alumna en prácticas. En una década no ha cambado nada el halo irreal y fantasioso con el que los docentes adornan nuestra profesión. Menos mal que en cuanto hay que enfrentarse a la realidad, casi todos se le pasa la tontería. 

2 comentarios:

  1. Que casualidad. El día que publicaste esta entrada, mi jefe y yo discutíamos sobre todas las mentiras que nos inyectaban en la facultad de ingeniería, de todas esas cosas ideales que al momento de ponerlas en práctica son inviables, y que a la final, el que paga, termina decidiendo casi todo sobre el proyecto, que eventualmente quedará en un papel o en un disco duro en el olvido. Sin mencionar, los raspones, moretones, cachetadas que la vida profesional te dio, te da, y te seguirá dando.

    Bueno, mientras tanto enséñale a la alumna en prácticas lo que se siente estar en la vida real, fuera del paraíso y de mi parte que les vaya bien a ambas.

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    1. Me temo que la alumna es bastante mala. Es cuadriculada. Se le repiten las cosas y se obstina en hacerlas como ella cree y no como solicitan los clientes. Esperemos que la experiencia, cuando tenga que ganarse la vida a costa de los promotores, le enseñe.

      De los proyecto que imaginamos y los que terminan realizándose, lo que más frustra es el presupuesto y después el gusto pésimo de la mayoría de promotores.

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