jueves, 4 de diciembre de 2014

La merienda indigesta

Buscaba explicaciones donde no debía. ¿Qué clase de asesino fue James Earl Ray? ¿Odiaba realmente a Martin Luther King por ser un hombre de color negro? ¿Lo odiaba por considerarlo un apóstata, un hombre que iba en contra de lo que predicaba? ¿Temía que con King la primacía de los blancos peligrara? ¿Pensaba que se le iba a aplaudir su ignominia? ¿Que todos los racistas iban a bendecir su acto y protegerlo? ¿O era un majara como el asesino de John Lenon o el noruego que acribilló a un centenar de críos en Noruega para buscar notoriedad, para reclamar sus quince minutos de fama? De Ray me interesaba, principalmente, su racismo. Pero vivió en una época en la que Internet aún no había emponzoñado las almas volviéndolas traslúcidas, o incluso transparentes. Buscaba el racismo lejos, en extraños, para poder comprender qué hace pensar a una persona que es superior a otra; sin saber que lo tenía muy cerca. 

El último fin de semana que Guille estuvo por aquí, vino a comer el marido de la hermana de mi cuñada. Quería agradecernos haberlo ayudado con su perro el día que él, supuestamente, iba a visitar a un amigo enfermo al hospital  (en realidad sospechamos que fue a un partido de fútbol). La invitación inesperada fue resuelta con comida preparada. Un pollo asado, ensalada y helado, del asadero, regado con una de las dos botellas de vino que nos trajo. Mientras comíamos, nos detalló su idea de cómo sacar de la crisis a España. Quiere que el estado expulse a todos los extranjeros del país porque nos quitan nuestros derechos y nos obligan a pagar más impuestos (en realidad él no los paga porque vive de subvenciones). Dudo que exista quien pueda eliminar de su mente la convicción de que un extranjero está ocupando en este momento el puesto de trabajo que estaba destinado a él. Un puesto de trabajo que no hace sudar pero sí ganar mucho dinero. Debe haberse repetido tantas veces que su situación económica y laboral sería inmejorable si no existiera la inmigración (por necesidad de culpar a otros de su desidia) que suelta su perorata con la convicción de quien es dueño de una verdad irrefutable.

Cuando se fue nuestro invitado, Guille advirtió que hemos de tener cuidado y evitar que coincidan él y mi cuñada, la mujer de mi hermano menor (es de color chocolate -palabras de ella-). Pero yo sonrío imaginando el encuentro (seguro que se lo merienda de un sólo bocado, aunque se le quede atravesado en el gaznate). 

2 comentarios:

  1. Fuimos, y ya estamos siendo otra vez, país de emigración (más que de inmigración). Por lo demás, la cuestión es muy compleja y faltan estudios rigurosos sobre la materia. De todos modos, parece que los movimientos migratorios irán cada vez a menos, y lo que en cambio irá a más (gracias a la facilidad del transportes de bienes y del tráfico de información y servicios) es la deslocalización, o sea, la instalación de empresas (no sólo fábricas o talleres, sino también compañías de servicios de todo tipo) en países cuyo coste laboral (salarial, de Seguridad Social e incluso tributario) es más bajo. Todo esto obligará a abrir nuestras mentes y a revisar todos nuestros esquemas en la línea de una mayor liberalización y flexibilización económica y laboral pues, como diría AMM, "todo lo que era sólido" va a volverse líquido... o incluso gaseoso.

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    1. A mí me da la sensación, por lo que estoy viendo a mi alrededor, que en este momento existe un fenómeno que tal vez sea nuevo, de migraciones esporádicas y sucesivas. La gente se desplaza por un corto periodo de tiempo (tal vez un año o dos, a lo sumo) para trabajar en países árabes (al menos eso ocurre en la construcción) y luego vuelve, a la espera que los llamen de nuevo. Por ser la cultura tan diferente a la nuestra y complicado de adaptarse a ella, nadie quiere quedarse en esos países (cosa que no se dio de forma tan estricta cuando nuestros abuelos emigraron a Alemania o Francia -muchos se quedaron en aquellos países por encontrarse cómodo y , sobre todo, por haber encontrado una relación estable-).

      Perdón por tardar tanto en responder a tu comentario. Sólo disponía del móvil y suele engullirse mis respuestas. El móvil y el blog parecen incompatibles.

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