lunes, 8 de octubre de 2012

Peleada con el ente

Las palabras y yo no nos llevamos muy bien. Un curso de SketchUp, otro de programación de AutoCad que estoy recibiendo y otro de Bases del AtuoCad que estoy impartiendo para algunos compañeros del Colegio de Arquitectos, me tienen muy ocupada (además de los problemas que tenemos día a día con la obra del Edificio del Campus de la Salud). Apenas tengo tiempo para dedicarle a las palabras: a las leídas y a las escritas. Si no dedico una hora por lo menos al día a la lectura concienzuda o la escritura, termino confundiendo ente con entre, Dani con Dina (la hija de una de mis mejores amigas se llama Dina), ladera con cadera... Los entres convertidos en entes son los que hacen saltar las alarmas. Son las palabras que siempre confundo al principio, justo antes de que comience el desastre. Si día a día no dedicara algún tiempo a las palabras, terminaría siendo una analfabeta funcional.

Esta confesión es muy parecida a esas que los alcohólicos hacen en público cuando quieren dejar de serlo: tengo un problema y tengo que solucionarlo, pero necesito vigilancia para que la pereza o la negligencia no me hagan desmadrarme.

He empezado por sustituir el libro que estaba leyendo (Contra Natura, de Álvaro Pombo -Goytisolo me dejó bastante saturada de historia sobre homosexuales) por el último de Andrés Neuman, Hablar Solos. Lectura muy fácil: frases cortas y directas. El de Pombo también era de lectura fácil (sólo es un aplazamiento), pero me interesa más lo que cuenta A.N. Para empezar empieza dedicándole el libro a su padre, "que es también una madre" ... qué bonito.


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