jueves, 27 de septiembre de 2012

En busca del paraíso perdido

Mi hermano mayor ha vuelto de su periplo por tierras asiáticas y sudamericanas. Vacaciones, la excusa; buscar un lugar donde empezar de nuevo porque la crisis parece no tener fin, la realidad. 

La gente ya nos ha ido persuadiendo de otros lugares. Londres, donde vive mi hermano menor. Él mismo nos ha sugerido que busquemos cualquier otro lugar antes que ése. Demasiado gris y triste. Vaticina una depresión a mi cuñada y un divorcio inmediato. Además,   hay mucho trabajo de camarero y cuidadores de personas enfermas o mayores, pero no especializado como el nuestro.

Marruecos: dos buenos amigos que estuvieron trabajando de profesora y de carpintero. Aseguran que es un lugar inmejorable para pasar unas vacaciones, estar un mes, dos a lo sumo; pero que el razonamiento de las personas es tan diferente al nuestro, que termina quemándote. Contratos que no se cumplen, trabajos que nunca se terminan, amigos que tte convierten en sus criados...

Arabia Saudí: parece que hay mucho trabajo de arquitecto, pero para hombres. Las mujeres son consideradas seres inferiores -menos las extranjeras que las del país,-. Los hombres se niegan a aceptar órdenes de una mujer (aunque me aseguran que hay alguna excepción).

El resto de Europa: Francia, Alemania, Suiza... Demasiada manoseada por quienes están en nuestra misma situación.

Mi hermano es parco en palabras, aunque Guille sabe hacerlo hablar. Primero se interesa por cómo nos va a nosotros, cómo han sido estos dos meses que ha durado su ausencia casi completa, despegado de todos por voluntad propia, sin llamadas telefónicas ni mensajes por Internet. "Si me ocurre algo, ya se ocupará la Embajada de informaros", asegura. Poco a poco comienza a hablar, sin contar anécdotas, como si él hubiera sido un mero espectador ante una gigantesca pantalla de cine de 360º. Cierra los ojos y su dedo se mueve como un avión por la atmósfera de la Tierra. China: La mayor dificultad, el idioma. Muy pocos hablan inglés y el chino es complicado de aprender.  Sería muy fácil conseguir trabajo como personal especializado en tornear y diseñar piezas, de moto o de cualquier otra cosa que fuera necesario. Su maquinaria es muy mala, mucha holgura, poca precisión; pero parecen no exigir más. Lo que para ellos es bueno, produciría una úlcera de estómago en todos mis hermanos.

Corea del Sur. Paradójicamente, dice, es el país al que más nos parecemos. Trabajan con una precisión y exactitud igual o superior a la nuestra. La gente es bastante culta. Hablan muchos inglés. Lo único que no le ha gustado es el sistema educativo que tienen, dice que los niños parecen alienados. Creo que tampoco le han gustado las mujeres de Corea -algo muy importante para él, que le duran las novias un mes o mes y medio-. Asegura que en un principio son llamativas, muy femeninas y dulces; casi adolescentes quinceañeras, aunque tengan 40 años, a las que quieres proteger; pero que al cabo de una semana echas en falta el carácter firme y las curvas contundentes de una europea.

Japón: es el país al que a mí me gustaría ir, pero mi hermano ya lo ha descartado -a Guille tampoco le gusta por el idioma-. Comunicarnos con los japoneses no sería difícil. Muchos hablan inglés e incluso algunos español. Si tienes trabajo, tienes seguro médico, cosa que no ocurre en el resto de países. Se trabaja con precisión, aunque no se llega a los extremos que en Corea. No le ha gustado los terremotos (de nada ha servido decirle que, de sufrir un terremoto, en ningún otro lugar se está más seguro que en un edificio japonés), no le gusta la sumisión a la que están sometidas voluntariamente las mujeres ni el extraño comportamiento de los hombres.

También ha estado en Argentina y en Chile. De momento creo que va ganando en sus preferencias Chile. Es en el único sitio donde encontró trabajadores españoles que no dieran la sensación de estar un poco encarcelados en país ajeno. 

2 comentarios:

  1. ¡Joé, que envidia de ese hermano tan viajero!

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    1. Sí, viaja mucho. Le gusta. Ha ido a lugares donde la gente "normal" no siente la tentación de ir. Su pasaporte nunca caduca, siempre tiene que renovarlo porque se queda sin páginas donde le puedan sellar.

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