domingo, 4 de diciembre de 2016

Llueve sobre mojado

Qué incómodo es sentir frío y tener los pies mojados. Aún no he entrado en calor desde esta tarde. 

Un domingo que prometía ser una isla de tranquilidad y sosiego en mitad de la tempestad del trabajo. Ultimar proyectos con mucha urgencia porque, por diferentes razones, tienen que entrar en los ayuntamientos antes del año que viene, no nos ha dejado ni un minuto de descanso. 

El día estaba planeado: mañana de pereza y lectura; paseo hasta el Albaicín y comer en alguno de los miradores que dan a la Alhambra, paseo de vuelta tranquilos, ver a unos amigos de Guille, gastar la tarde en tapeo y charla... Pero todo se estropeó con el silbidito del WhatsApp a las 8:00. Nos avisaba el vecino del estudio de Málaga. Había llovido durante toda la noche. Su oficina, llena de legajos y papeles -es abogado-, estaba anegada por culpa de una bajante mal sellada desde la cubierta. Había funcionado como un sumidero. Nuestro despacho no había sufrido tantos daños. El agua que se había colado bajo la puerta desde su oficina y la lluvia, traicionera, había lamido las paredes bajo la ventana. Es vieja, de aluminio gris y mate, con mal ajuste. 

El problema no estuvo en el despacho, la odisea fue llegar hasta él por culpa del caos de las calles inundadas. Cuando volvimos a casa a media tarde, estaba congelada y mis pies parecían pasas blancas y enfermizas. 

Rotonda junto a El Corte Inglés


Algo bueno he sacado de todo esto: el callo que tenía entre las almohadillas delanteras del pie derecho se ha desprendido como si fuera una pegatina. 

2 comentarios:

  1. No es la mejor manera de desprenderse un callo, pero al menos veo que es efectivo. Yo con mis pies he sido siempre susceptible, supongo que por culpa de mamá, que nunca nos dejó andar descalzos. Meter los pies en un charco para mí, es una de las fobias de las cuales nadie quisiera tener.

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  2. ¡Hooooooooooooombre, has vuelto!!!! Se te ha echado en falta. Esperaba que tu "dulzura" te mantuviera alejado de las redes, aunque por otra parte temía que fuera consecuencia de la economía de Maduro lo que no te permitiera asomar ni siquiera a tu blog. Me acabo de dar cuenta que hasta echaba en falta a tu mamá.

    Se me habían pasado tus comentarios porque reviso el blog de tarde en tarde.

    ¡Qué fobia más extraña! Mi madre no solía hacer prohibiciones. Era más del tipo: ves lo que te ocurre por... Pero en cuanto veía que el cielo se nublaba me obligaba a ponerme las botas de agua porque conocía mi tendencia a meterme donde no debo. Tiempos felices aquellos. Muchas veces me dan ganas de robarle las botas al señor que vibra el hormigón para ponerme a chapotear un rato.

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