Guille ya no lee este blog, pero me pregunta sobre qué escribo. Creo que teme ver algún comentario sobre él que no le agrade. ¿Trump? Propone y acierta. Para Guille Trump, a medida que va saliendo a la luz su equipo de gobierno, es como un meteorito que se acerca y amenaza a la Tierra; una destrucción masiva de la que nadie puede salvarse.
¿El Pequeño Nicolás? Vuelve a proponer y esta vez se equivoca. Me enseña la fotografía de ese sujeto en el periódico. Tiene cara de bobo, con la boca medio abierta; de gilipollas, con la mirada caída. Parece blandito, sin huesos, alimentado exclusivamente de bollería industrial y gominolas de ositos de colores.
Le aclaro que escribo sobre mi abuela. Está convencido que mi abuela y mi madre merecen una película o una novela, por su forma excesiva de aferrarse a los hombre que amaron. Piensa que sería una novela o película romántica; pero yerra. Simplemente serían dramas anodinos y aburridos, interminables. En la ficción es fácil confundir la enfermedad, la pereza o la inercia con el amor.
Existe una profunda frontera entre la fantasía y la realidad. El secuestro de una mujer por una bestia en la realidad es atroz y cruel; en la ficción esa historia se puede convertir en un cuento infantil, sobra con negar el miedo y los deseos de libertad de la mujer. Después de todo, y con los tiempos que corren, es posible que las mujeres volvamos a perder nuestra alma.
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