viernes, 10 de julio de 2015

Cúmulo

En mi familia la tristeza llega con retardo y de golpe. Se van acumulando las evidencias de quien se ha marchado para siempre, echándosele cada vez más de menos, notando en cada detalle que ya no está, hasta que se hace insoportable y estallamos. Le ocurrió a mi hermano mayor con la muerte de mi padre y me ocurrió a mí con la de mi abuela. Comenzamos a llorar sin consuelo y cuando el llanto nos agota, dormimos durante más de 24 horas. Luego todo se normaliza. El dolor no desaparece, es como algo latente que daña si se piensa detenidamente en ello, por eso es obligatorio saturar la mente con pensamientos que la distraiga. Mi hermano mayor utilizaba fórmulas matemáticas, trigonométricas, las iba recitando como si fueran una oración. Yo pienso en las historias que me contaba mi abuela. Algunas están tan diluidas en mi memoria que debo esforzarme tanto en saber qué ocurría con el perro rabioso, a quién mordió, quién se acostó con quién, de quién era tal hija o quién era sospechoso de asesinato... que termino olvidando que la echo de menos. 

La gente no suele creer en lo que sí existe pero no ve. A veces les resulta más fácil creer en Dios que en la fuerza de la gravedad, a pesar de las evidencias. Tampoco suelen creer en que serán uno de los perjudicados de las advertencias que proporcionan las cajetillas de tabaco: fumar puede matar. Y cualquier medicamento sin una retahíla de efectos secundarios, parece peor que otro complemente inocuo. Pero las advertencias son probabilidades y a veces ocurren. 

Achacaba al calor mi pereza, la necesidad de esforzarme para hacer cualquier cosa (hasta había dejado de leer los últimos días), el estar constantemente de malhumor. Pero era cosa del tratamiento de fertilidad (posible cambio de humor, dice el prospecto de las inyecciones). 

Puede que esté triste y aún no lo sepa. Puede que poco a poco, día a día, se vayan acumulando las repercusiones de haber dejado el tratamiento, y de repente estalle; pero, de momento, sólo siento alivio. 

9 comentarios:

  1. Una simple curiosidad-cotilleo que nada tiene que ver con tu entrada. ¿Te suena Grecia? Si la respuesta es afirmativa te informaré de que servidor y señora ganaron en el ochenta y nueve el concurso para erigir la Embajada Helena en Madrid. Embajada que luego fue casi de Protección Oficial, debido a la ramplonería con que luego se nos fueron imponiendo calidades. Mal recuerdo de nuestros interlocutores, cuya categoría de diplomáticos resultaba un eufemismo.

    Como despedida te iba decir "Con Dios", sobre todo porque te obsesiona inconscientemente su existencia, pero no lo digo. Solo te desearé, y con mayúsculas, "Suerte y Buen Verano". Y no me contestes enabietá, que mal no me caes, y a quien mal no cae se le tiene siempre afecto.

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    1. Enhorabuena, por la embajada; y, lo lamento, también por lo de la embajada.

      Pero, ¿no nos ocurre casi siempre -o siempre- eso? Proyectamos edificios muy vivideros, con materiales cómodos para el uso, el mantenimiento y el confort... pero luego llegan los recortes, por lo general por falta de presupuesto, o por la incapacidad de algunos constructores para poner en obra materiales nuevos y, sobre todo en Andalucía, por convertirse en un lujo cualquier material que salga un poco de lo convencional. Donde habíamos proyectado un porcelánico de primera calidad termina colocándose un terrazo, las puertas de nogal macizo son sustituidas por puertas contrachapadas de chopo y los aplacados cerámicos de los baños por azulejos de colores lisos que les da aspecto hospitalario.

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  2. NI ENRABIETÁ ni DESPENDOLÁ, haga usté el favor de comportarse.
    Abrazo gordo

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    1. No me enrabieto por la existencia de Dios, me enrabieto por su inexistencia.

      Es broma, en realidad no me enrabieto por nada relacionado con Dios. Últimamente hasta me he congraciado con sus representantes en la Tierra. Me explico: hace unos meses murió un vecino de cáncer. La mujer, muy beata, pidió a un párroco de una iglesia cercana que fuera a darle la extrema unción. El sacerdote sólo apareció cuando el hombre llevaba muerto varias semanas. Como contrapunto a esta mala experiencia, el sacerdote que dijo la misa por mi tío tenía conocimiento de todos los detalles, de sus gustos, de los días que había estado enfermo, los hijos que había tenido... El hombre hizo muy bien su trabajo: reconfortar a los vivos.

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  3. Dice un refrán gallego: Quien teña tenda que agenda, y di non que a venda. Se ve que Granada y Pontevedra se saludan por la ventana.

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  4. Que agenda, y si non......
    Salió fatal la broma fatal.

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  5. Que agenda, y si non......
    Salió fatal la broma fatal.

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  6. Dice un refrán gallego: Quien teña tenda que agenda, y di non que a venda. Se ve que Granada y Pontevedra se saludan por la ventana.

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    1. He intentado traducirlo con el Google, pero el sentido que le da es pésimo. Esperaré a que venga uno de mis primos gallegos.

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