martes, 30 de julio de 2013

Frenética

Hacía tiempo que no me ocurría y hasta hoy no me he dado cuenta que lo echaba en falta. Esta mañana ha sido de locos. Tener que utilizar los dos teléfonos a la vez mientras enviaba correos electrónicos con la tablet y hacía cola en el supermercado. La mañana empezó temprano, a las seis y media, cuando Guille me envió unos planos topográficos donde debía replantear una vivienda. Lo había intentado a lo largo de la noche, pero no le daba tiempo y la necesitaba para antes de la diez. Le siguió, cuando aún no había terminado lo de Guille, la necesidad de un cliente de tener una documentación para antes de la semana que viene (y el colegio de arquitectos de Granada cierra todo el mes de agosto). Luego hubo más... y más... Llegó la hora de comer sin que apenas me diera cuenta, como si me hubiera quedado dormida y el sueño se hubiera tragado el tiempo. Estaba acelerada y me costó mucho volver a la tranquilidad. Fue cuando me di cuenta que echaba en falta esas mañana frenéticas de mucho trabajo donde es necesario hacer dos o tres cosas a la vez y el tiempo se evapora porque no hay ni un segundo para percibir cómo transcurre. Mañana será parecido, para empezar tengo que ir a los juzgados y luego al colegio de arquitectos y a los otros juzgados (en Granada están los de Plaza Nueva y los de La Caleta); pero seguro que en cuanto el mes de agosto avance unos días, todo volverá al aburrimiento y la monotonía.


4 comentarios:

  1. Afortunada.
    Yo noto que apago el telefono, y cuando lo enciendo al cabo de un día no tengo ninguna llamada perdida, que mola.... y acojona, mucho.
    PAM

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    1. Ya la cosa ha vuelto a la normalidad. Han sido un par de días caóticos (supongo que por la necesidad de la gente de dejar todo terminado y nada pendiente para después de las vacaciones). Hoy la cosa ha comenzado a aflojar. En el teléfono fijo de la empresa hay semanas que sólo llaman las compañías de Internet ofreciendo ofertas (de nada sirve pedirles que dejen de llamar porque no interesa sus chollos -por lo general envenenados-).

      Esperemos que la cosa se arregle pronto, aunque los colegios vaticinan el final de la crisis para 2018 (una eternidad aún).

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    2. Esa actividad, por lo visto pasajera hasta pasar la crísis, me ha recordado mis tiempos en la oficina de Bilbao cuando, a pesar de contar ya con ordenadores, en el departamento comercial sonaban los teléfonos constantemente y a veces había que atenderlos hasta " a tres bandas", pero con juventud y dinamismo disfrutaba de aquel ritmo frenético.
      Deseo tengan mucho trabajo antes de ese 2018, cuando vaticinan el final de la puta (perdón) crisis. Pero a mi ya esas fechas me resultan preocupantes, o tal vez justo lo contrario, ya no me preocuparian. Creo que si se hiciera justicia y encarcelaran a tanto corrupto y le hicieran devolver lo robado, la meta se alcanzaría mucho antes.

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    3. Muchos de mis compañeros, los más mayores, no se han dado de baja -los arquitectos solemos ser autónomos-, aunque no están ganando nada, sólo a la espera de que les llegue la edad de jubilarse porque ya han perdido la esperanza de que la situación mejore en breve. Es una forma muy triste de acabar la vida laboral y un desperdicio porque es precisamente ahora, cuando tienen más experiencia, cuando suelen ser mejores profesionales.

      Que los corruptos devuelvan lo robado -y vayan a la cárcel como escarmiento a futuros chorizos-, que limpien de altos cargos inútiles la administración y que los sueldos -sobre todo de altos cargos de bancos- sean moderados. Seguro que así la crisis no sería una carga tan pesada para todos.

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