martes, 23 de julio de 2013

... de perogrullo

Injusticias que son de perogrullo y, sin embargo, no hacemos nada por arreglarlas:

La religión y las mujeres. Las mujeres estamos discriminadas ante cualquier religión, en lugares supuestamente civilizados como España donde predomina el catolicismo, es imposible que una mujer acceda a un puesto importante dentro de la cúpula del poder de la Iglesia, y la única razón es la tradición: siempre ha sido así y así deberá seguir siéndolo.
En lugares donde predomina la religión musulmana, la situación es aún peor, sobre todo porque se suele mezclar la justicia y las costumbres religiosas. Considerar a la mujer como un ser inferior permite que a una mujer se la encarcele por haber sido violada.

Las monarquías. Tenemos la obligación de mantener y mimar a una seria de personas por el mero hecho de haber nacido en determinada familia. ¿No somos todos los españoles iguales? Y para colmo, la familia real española ni siquiera sabe hacer correctamente su trabajo: choriceo, divorcios, cuernos...

El cachondeo de la justicia. El caracortón del presidente del Constitucional considera que no infringe ninguna normativa por ser militante del PP. Esa opinión lo hace merecedor de recibir las yoyas necesarias para que los pelillos de la nuca se le salgan por las narices. ¿Sería justo que un arbitro pitara un partido entre el Madrid y el Barça con la equipación de alguno de ellos bajo el uniforme negro? Y, ¿quién va a pagar los nuevos juicios que habrán por culpa de las recusaciones que han permitido (y obligado por saberse que el juez no era imparcial) por su militancia en un partido político?

El cachondeo de la política. El gobierno enlodado hasta la coronilla con el caso Bárcenas, y la mitad del país aún pensando que todos son iguales. ¿Tiene alguien esperanza de que ocurra algo después de que Rajoy explicaciones sobre el extesorero el día 1 de agosto? 

4 comentarios:

  1. Comparto todo lo expuesto. Incomprensible que persista la discriminación de la mujer ya en el siglo XXI, de forma más acusada en otras culturas.
    Pero solo con ánimo de humor y NO PORQUE ESTÉ DE ACUERDO, como en el relato se habla de CUERNOS, añadiré unas letrillas que me contaron hace años:
    Es del hombre condición,
    al igual que los cabritos,
    o morir de pequeñitos,
    o llegar a ser cabrón.
    OTRA.
    No hay derecho,
    que hombres hechos y derechos
    y con pelos en el pecho,
    vayan dando con los cuernos en el techo.
    (Esta última la escuché a un suboficial en la Marina)
    Perdón por esta aportación frívola a una entrada seria, cuando me indignan la discrimanación y las personas corruptas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ja! Tienen gracia las coplillas. No conocía ninguna de ellas. Y no me extraña nada que escuchara una de ellas de labios de un suboficial de la Marina. Los militares suelen ser muy de chistes, chascarrillos y de utilizar palabras gruesas. Recuerdo que mi padre soltaba muchos tacos cuando estaba con los soldados (en casa casi nunca), y mi madre le solía decir: Anda Osorio -lo llamaba por el apellido porque le costaba mucho pronunciar correctamente su nombre: Gabriel- que siempre andas con el coño en la boca, y los dos se desternillaban de risa. Yo, por supuesto, no veía por ninguna parte el chiste.

      Eliminar
  2. Un matiz.
    Si una mujer pertenece a una religión en la que no se le permite acceder a los puestos de poder, esa mujer no está interesada en esos puestos de poder. Es decir, esa mujer se discrimina a sí misma. No se puede culpar a nadie más que a la propia mujer. Una mujer que persiga los mismos derechos que un hombre no debe pertenecer a una organización donde eso es imposible. Si lo hace es porque aprueba los principios de esa organización.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces, creo, somos de asociaciones con las que no estamos por completo de acuerdo con sus estatutos o normativas, por ejemplo, yo con el colegio de arquitectos (en este caso es por necesidad). Otras, como en el caso de las monjas, prevalece la creencia en Dios a las injusticias sociales -en algunos casos seguramente ni se percatarán de ellas-. No creo que nadie deje de creer en Dios si hubiera una mujer sacerdote o Papa.

      Eliminar