lunes, 1 de abril de 2013

La consistencia de la futilidad de las cosas sólidas

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Es lo que el pudor me impedía gritarle a Antonio Muñoz Molina cuando día tras día entraba en su blog y me encontraba con referencias a visitas a museos, conciertos, viajes... cuando mi realidad era que un antiguo compañero de facultad me pedía 10 € para comprar leche a su hija, un promotor se suicidaba por no poder seguir adelante y estar asfixiado por las deudas, los proyectos interrumpidos por culpa de la falta de pago superaban a los que seguían adelante... Llegué a pensar que la crisis no lo rozaba. Pero me equivocaba. La visión de su crisis está contenida en Todo lo que era sólido.

El libro es como una sacudida que nos despierta a la realidad. Explica cómo hemos llegado a la situación actual. A veces se sumerge en un pasado muy cercano que yo no conocí, a pesar de haberlo vivido. En mi 2006, la gente no se obstinaba en  poner sobre la mesa el pasado de la guerra civil, principalmente por desconocimiento. En otras páginas, menciona evidencias que sin embargo no soy consciente de ellas hasta que las leo; como el lenguaje bronco y hostil de los políticos. Es el único que les he conocido. Parecen tener la premisa de denigrar al adversario; cuanto más enlodados quedan los otros, más limpios parecen quedar ellos. Y lo peor es que no creo que, al menos los políticos actuales, sean capaces de un diálogo moderado y tranquilo para conseguir el bien común y no una obstinada búsqueda del beneficio propio o, como mucho, del partido político.

Los puestos más interesantes en un Ayuntamiento o Diputación, no están ocupados por quienes tienen más  capacidad para hacerlo bien y ser eficientes en ellos, si no por quienes tienen más cualidades para el peloteo  y la hipocresía. ¿Cómo no me di cuenta habiendo conocido a uno? Un compañero de la facultad, zalamero, bronco, machista, chaquetero -sus ideas políticas dependían del profesor con el que hablara-, ocupó durante unos meses el puesto de Arquitecto Municipal en el Ayuntamiento de Jaén -hasta se hizo tarjetas con tan pomposo título (supongo que pagadas con nuestros impuestos)-. Se jactaba de fastidiar voluntariamente a quienes le caían mal, reteniéndoles las licencias de obra.

Este libro me ha servido también para sentir vergüenza ajena por nuestros políticos fuera de España, cuando, con el dinero de nuestros impuestos, jugaban a la colonización de EEUU, o cualquier otro país, con eventos irreales que sólo servía para el autobombo y fingir unos beneficios que sólo existían en sus fantasías.

Somos pobres. El dinero de nuestros impuestos, no alcanza para todo y debemos escoger. Esto es lo que Antonio Muñoz Molina nos  hace comprender. ¿Qué preferimos? ¿Pagar a un millar de políticos incompetentes o que los medicamentos para nuestros mayores sean gratis? ¿Tener una biblioteca o la obligación de limpiar la cera de las calles después de una procesión? ¿Mantener botellódromos o polideportivos?

Todo lo que era sólido es un libro que debería ser obligatorio para todos los políticos que pretendan ser nuestros representantes.

6 comentarios:

  1. No es mala idea: que los políticos juren sus cargos poniendo las manos sobre esta biblia ética de AMM en vez de constituciones o libros "sagrados" (que me temo que tampoco se habrán leído).

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    1. Cuando salió el bulo de que Esperanza Aguirre había confundido a Saramago con una escritora llamada Sara Mago, yo lo creí. No tengo mucha fe en el intelecto de los políticos (a los actuales parecen haberlos escogido por su estulticia). Seguro que la mayoría ni siquiera son capaces de relacionar a Antonio Muñoz Molina con alguno de los libros que ha escrito.

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  2. Qué curioso, la percepción que yo tengo es que AMM ha dedicado muchas entradas de su blog a la crisis. Yo prefiero las otras, las que hablan de museos, de viajes, de paseos, etc. Las que consiguen sacarme de esta realidad cada vez más agobiante en la que todo parecen ser problemas.

    http://esuomi.blogspot.com.es/2012/05/imposible-evadirse.html

    En fin, llámalo escapismo, pero "Todo lo que era sólido" es el primer libro que publica AMM y que no tengo ninguna prisa en leer.

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    1. Dicen que esta crisis acabará en 2018, y después de la crisis no sé si tendrá sentido leer este libro, así que no demores mucho su lectura (aunque es posible que sea mucho más instructivo leerlo a posteriori).

      Tienes razón con que ha dedicado más de una entrada a la crisis. Pero la crisis de AMM es bastante aséptica, como si no lo manchara directamente a él (algo que es de agradecer, así nos puede regalar con regularidad con esas otras entradas que nos entusiasman).

      Yo también prefiero las otras, las que no tratan de la crisis (no soy masoca, no me gusta que me echen sal en las heridas), pero donde vivo y principalmente por mi trabajo (la construcción se está yendo a pique) algunos días da la sensación de que el mundo va a colapsar. Me extrañaba que AMM, que suele tener su punto de mira fijo en los más desfavorecidos, tratara tan poco el tema.

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  3. .
    Pues a mí, "Todo lo que era sólido" me ha parecido decepcionante. Un compendio de percepción periodística de lo que ya sabíamos engarzado con tópicos para terminar en una arenga tan bienintencionada como ingenua. Incluso hay pasajes que me parecieron muy injustos. Un libro escrito a toda prisa llevado por la natural rabia ante los acontecimientos que vivimos.

    :-/

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    1. Yo creo que Antonio Muñoz Molina es muy sincero con la crisis que relata. Es la que él está viviendo, la que lee en los periódicos, la que le comenta la gente, la que siente a través de terceros. Por fortuna, me da la sensación de que no la está sufriendo como nosotros. Incluso hay mucha diferencia de vivirla en una gran ciudad como Madrid o Barcelona, que vivirla en Andalucía, donde es mucho más evidente.

      A mí me gustó principalmente porque me hizo ver cosas que sabía, pero de las que no me había percatado y porque me dio a conocer otras que no conocía y ni sospechaba.

      Lo que sí me temo y a la vez espero con ansia, es que es un libro muy breve en el tiempo: dentro de pocos años quedará obsoleto.

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