jueves, 18 de abril de 2013

Los buenos y los malos

Cuando era una niña me encantaba jugar a Policías y Ladrones. Dejábamos de lado el enorme ordenador que habíamos heredado de la oficina (que no tenía más memoria que el más pequeño de mis pen en la actualidad), y  nos poníamos como locos a perseguirnos. A mí me gustaba ir en el grupo de los ladrones, por simple comodidad. El padre de uno de los niños que jugaba tenía un arsenal de armas inservibles y las utilizábamos para jugar. A los policías le tocaba correr con una pistola auténtica (aunque con el cañón taladrado) en la mano, y eso era incómodo. Inmediatamente consideraba mi grupo como el de los buenos.

Veo y leo todo cuanto encuentro de la Segunda Guerra Mundial. Intento comprender cosas. Cómo personas supuestamente sanas mentalmente, fueron capaces de cometer el genocidio contra quienes no eran arios. O la pasividad de sus coetáneos. ¿Cómo aceptar los campos de concentración sin mover un dedo?

A un paso de descubrirse quiénes han sido los causantes de la barbarie de Boston y de sus razones (aunque igualmente inútil, absurdo y doloroso será que los haya movido la lucha contra un país opresor que el deseo de conseguir sus 15 minutos de fama), es inevitable preguntarse y temer qué daños colares traerá este atentado. Y la mirada se desvía hacía Guantánamo. Nos han enseñado que quienes están encerrados ahí son los malos (aunque la mayoría sólo son sospechosos). No nos hacemos preguntas. Aceptamos que exista. Si están encerrados... algo habrán hecho. Están lo suficientemente lejos y aislados para que no nos lleguen los gritos de los detenidos mientras los torturan, ni vemos los féretros de quienes no han soportado el castigo.

Creo que ya tengo la respuesta a una de mis preguntas. 

2 comentarios:

  1. Cuanto me hubiera gustado a mi jugar en mi lejana infancia a civiles y ladrones, como nosotros decíamos, con una pistola de verdad aunque fuese inutilizada. Después, en mi larga etapa marinera, maneje multiples armas, incluso disparé cañones, pero no era lo mismo, ya había perdido la magía infantil.
    Cierto, es horroroso que el ser humano se muestre impasible ante la injusticia. He leido HHHhH y por supuesto mucho sobre la Guerra Civil española, tema del que soy un entusiasta y también me hago esas preguntas sobre la degradación humana que, efectivamente, continua en la actualidad. Afortunadamente, solo nos redimen algunos casos de solidaridad ante alguna catástrofe, pero lo más normal es la pasividad.

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    1. Nuestros padres eran muy insensatos. Yo aún era un niña, pero la mayoría de los chavales con los que jugaba, eran adolescentes, crecidos ya, y con bastantes ideas en la cabeza. Siempre estaban haciendo cosas. En una ocasión quisieron hacer una tirolina entre dos árboles. También hicieron el arnés, el que cosieron con hilo normal. Por fortuna se les ocurrió probarlo en tierra y no hubo ningún accidentado. Teniendo en cuenta que teníamos a nuestra disposición todo tipo de herramientas, incluido un torno, es un milagro que a ninguno se le ocurriera sustituir uno de los cañones perforados por uno nuevo.

      Por fortuna, parece que el atentado de Boston no va a producir más consecuencias que las luctuosas que ya han ocurrido.

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