martes, 11 de diciembre de 2012

Bajo la espada de Damocles

Hoy ha sido un día aciago, o tal vez sólo triste sin consecuencias directas. Esta mañana me tocaba una revisión ginecológica ordinaria, aunque quería matar dos pájaros de un tiro y pedir información sobre los tratamientos de fertilidad. Cuando me dijeron que mi ginecóloga de siempre no podía atenderme, casi me alegré porque así tenía una buena justificación para atrasar la visita a una fecha que Guille ande por aquí (para estos temas prefiero que me acompañe). Me gusta mi ginecóloga de Granada. Es una señora de unos cuarenta y muchos años, muy peripuesta. Me recuerda un poco a mi madre. Creo que ella habría tenido el mismo aspecto si no se hubiera tirado la década de los 40 a 50 años en la cama con una depresión. Supuse que para enero Guille ya habría tenido tiempo de terminar el trabajo que ahora mismo lo retiene en Barcelona. Pero me informaron que para enero mi ginecóloga ya no estará. La van a despedir. Seguramente será sustituida por otro profesional recién salido de la facultad que puede que no les salga más económico, pero sí será más maleable. Regresé a casa pensando en mi ginecólogo de Barcelona -hace mucho que no veo a mis suegros y también me apetece echar una ojeada a nuestro piso de la Diagonal-. Pensé que estaría bien hacer todo  a la vez. Decepción de nuevo. Mi ginecólogo de Barcelona no trabaja para Adeslas desde agosto de este año. Lo he buscado por si ahora trabaja de forma independiente, pero, de momento, no he tenido resultados. También van a echar a nuestro médico de cabecera (Guille y yo tenemos al mismo). Hace dos semanas acompañé a Guille porque tenía dolores de cabeza (resultó ser principio de sinusitis). Sospecho que él ya sabía que lo iban a echar, pero en ningún momento su atención o profesionalidad fue inferior a la acostumbrada. (Maldita crisis).

No hay comentarios:

Publicar un comentario