sábado, 1 de noviembre de 2014

El sueño de los inocentes

Tardé bastante en hallar mi lugar en el mundo (aunque es posible que aún no lo haya encontrado y, como dice mi madre, todavía esté dando bandazos). Durante la adolescencia (de los 14 a los 21 años -tuve una adolescencia tardía-) estuve apuntada a todos los grupos imaginables (políticos, cocina, ONG, senderismo, escalada, espeleología...). Estaba segura que alguno llegaría a satisfacerme; aunque a la mayoría llegaba arrastrada por una amiga o un novio. Uno de los que mejor recuerdo (alguno no llegué a ir ni dos semanas seguidas) era el de los jóvenes de Izquierda Unida. Tampoco en éste estuve apuntada mucho tiempo, pero había dos individuas que me habían prejuzgado por estar interna en un colegio de monjas y un día, sin venir a cuento, empezaron a llamarme santurrona, meapilas y a defecarse en Dios. No le hice caso y la cosa no pasó a mayores. Exceptuando a esas dos colgadas, el resto del grupo estaba bastante centrado y era muy buena gente. Las reuniones se prolongaban hasta la madrugada, y bullían las ideas. Ideas que me parecían brillantes e incomprensible que ningún partido político serio las hiciera propias porque todos viviríamos mucho mejor. Había que hacerse con la Democracia y obligar a que se cumplieran los artículos que exigían trabajo y vivienda para todos. Era un bonito sueño que se despedazaba al extrapolarlo a la realidad.

Estos días los partidos políticos que llevan aferrados al poder desde la entrada de la Democracia en España, tiemblan por el extraño auge que está teniendo Podemos, más por la ineptitud y la corrupción de quienes piensan que son dueños de los escaños que por la demagogia de quienes sólo gritan lo que todos pensamos. El principal valor que en este momento tiene Podemos es que está impoluto, completamente limpio de la corrupción que mancha al resto (aunque desde todos los francos les llueve intentos de enlodarlos puntualizando comentarios que ha hecho algún miembro de la nueva formación política). 

A veces deseo que tengan éxito; pero otras muchas, tiemblo al pensar que puedan tenerlo porque me recuerdan al grupo de jóvenes de Izquierda Unida a cuyas asambleas asistí. Están llenos de ideas, y no dudan en prometer todo lo que cualquier ciudadano normal y corriente necesita o desea; pero son promesas sin fundamento. Creación de empleo en los países de Europa del Sur (35 horas semanales, jubilación a los 60, pensión pública digna no contributiva...); auditoria ciudadana de la deuda... etc. Pero desear no es poder y si prometen que nos podremos jubilar a los 60 años con una pensión digna, ¿de dónde se sacará ese dinero que se requiere? ¿de dónde sacarán los trabajos prometidos? ¿Se creen capaces de doblegar el poder bancario? 

Ojalá fuera más ingenua. En este momento estaría defendiendo con uñas y dientes esas promesas vacuas de Podemos en lugar de dudar en si me conviene más votar a un puñado de corruptos o una utopía encarrilada al fracaso.  

4 comentarios:

  1. Tal vez ya por mi madurez en la vida, veo muy inteligente el dilema que plantea al final. Me ha hecho reflexionar y pensar de igual manera.
    ¿Bueno y si alguna vez la gran mayoría votase con cartulinas negras, que pasaría?

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    1. En más de una ocasión he pensado en meter papel higiénico en el sobre de la votación, con algún comentario hiriente escrito sobre la política. De momento lo único que he hecho es votar en blanco.

      Lo malo de los políticos es que nunca se dan por aludidos. Si la gran mayoría votáramos con cartulinas negras o tarjetas rojas, el PP y PSOE afirmarían que el electorado ha castigado a Podemos por su política poco realista y Podemos afirmaría que el electorado ha castigado al PP y PSOE por corruptos. Ninguno creería que debe enmendarse.

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  2. Lo que mencionas pasó en Venezuela. Hazte cuenta que Chávez fue "Podemos", representó la promesa de un gran cambio, un proyecto escrito en tinta y papel, producto de años de reflexión, (según él mismo) de leer, de analizar textos sobre socialismo, capitalismo, gobiernos exitosos, y un sin fin de chácharas más. Mientras tanto el resto de los contendores políticos, corruptos todos, seguían haciendo las mismas promesas vanas de siempre, palabras bonitas, sin nada escrito, nada proyectado.

    El resultado de ese voto de confianza por parte de una inmensa mayoría (más del 70% de la población votante) se convierte en lo que hoy es un hecho obvio: Chávez fue un mal necesario: estamos vivos gracias a él, pero su legado, su forma de gobernar, que en este instante nos mantiene vivos, también nos está matando.

    Dentro de año y medio, habrá una elección a la nada, similar a la disyuntiva que tienen ustedes en España. Se podrá convocar un referendum revocatorio, (y estoy seguro que se hará y se aprobará) para ver si destituyen o no al actual presidente de la república. Si no lo logran destituir, sólo gastamos unos millones de dólares en las elecciones, unas primeras planas, insulto de parte y parte y no pasa de ahí,. Si lo logran destituir, viene la elección de presidentes: En la oposición ninguno sirve, y votar por cualquiera del oficialismo es simplemente hacer un especie de "enrosque presidencial".

    Volviendo a tu tema propiamente: En las boletas donde la gente vota nulo, ¿no pueden escribir algo como "el partido ... es la caca"? así podrán cotejar los resultados y señalar a ciencia cierta cual partido es el que más apesta. Al menos es mi punto de vista.

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    1. Lo malo es que en España estamos bastante atados por las restricciones que impone la Unión Europea. Si mal no recuerdo, Chávez consiguió expropiar algunas empresas extranjeras sin apenas contraprestaciones económicas. Es posible que Podemos intente ir por ese lado, pero si expropia alguna empresa que crea que está explotando al país, lo más seguro es que los tribunales internacionales los obligue a devolverlas añadiendo una multa que deberemos pagar los españoles. Buenas intenciones tienen Podemos, pero también la imposibilidad de llevarlas a cabo.

      En las últimas elecciones nos llegó por whatsapp una papeleta para que la imprimiéramos y poder votar con ella: era el dibujo de un enorme excremento con carteles de todos los partidos políticos pegados a él. Aunque todos los ciudadanos votáramos con una papeleta semejante, dudo que los políticos se quisieran dar por aludidos.

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