domingo, 17 de marzo de 2013

Después de la tormenta

Primeras horas de libertad después de haber estado no recuerdo cuántos días seguidos redibujando el edificio del Campus de la Salud para distribuir todo cuanto antes había en los 375 m² de las dos plantas que han desaparecido por falta de subvención. Aaaaaaaaaah, qué agonía. De las cientos de cosas que deseaba hacer en cuanto fuera dueña de mi propio tiempo, algo que ocurrió hoy a media tarde, sólo he tenido voluntad para permanecer tumbada en el sofá viendo llover,  dormitando y a ratos tragándome una película infumable que me pareció interesante al alquilarla: Abraham. La sinopsis de la carátula daba a entender que era la biografía de Abraham Lincoln, pero ha resultado ser una majadería de vampiros con un maquillaje lamentable y unos trucos de ordenador tan pésimos que pateaban a la imaginación; y sin embargo, la vi, porque no fui capaz de levantarme y quitarla. 

La pereza comienza a desaparecer. Siempre he funcionado mejor en cuanto el sol desaparece del cielo, sobre todo para trabajar. No corres el peligro de ser interrumpida cada media hora por una inoportuna llamada de los servidores de Internet que te ofrecen, en teoría, una oferta que es la leche, pero que luego resulta estar llena de letra pequeña

Dentro de un rato saldré a correr. Hace más de semana y  media que no lo hago. Cuando me muevo, siento crujir mis huesos, como si fueran ramas rompiéndose, o troncos retorciéndose al quemarse. Luego recuperaré la lectura de HHhH, aunque Todo lo que era sólido de Antonio Muñoz Molina, es toda una tentación. Me costó trabajo encontrarlo. En las dos primeras librerías que fui, lo tenían agotado. En la tercera, llegué hasta la calle Zacatín, me llevé el último ejemplar y la librera, que suele ser muy parca en palabras, susurró, como si fuera un secreto o no quisiera que los demás libros se enteraran: Es un libro muy bueno. Algunos de quienes ya lo han leído, les ponen algunos peros, pero yo no soy tan exquisita como ellos  y estoy predispuesta a que me guste, sobre todo después de haber leído la primera página y compartir la idea que tenía del futuro, en  el que pensaba que sólo se podría medrar. Creo que este libro me va a devolver a un Antonio Muñoz Molina que creía haber perdido por culpa de la vida regalada que tiene la suerte de estar viviendo, distante y alejada a la miseria que se vive en un mundo del que hace tiempo escapó. 

2 comentarios:

  1. Solo voy a entrar en cuanto a la lluvia, tan copiosa ultimamente. Si, para mi es una delicia ver llover, pero aún más sentirlo bien cobijado..

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    1. Cuando hacía senderísmo (hace siglos, cuando aún tenía tiempo libre) una de las cosas que más me agradaban y más odiaba a la vez, era que nos lloviera. Me encantaba escuchar la lluvia golpeando el gorro del chubasquero, pero los vaqueros se empapaban y era casi imposible dar un paso cuando se pegaban a las piernas.

      Seguro que la semana entrante nos lloverá mucho. En Semana Santa siempre llueve.

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