miércoles, 21 de noviembre de 2012

La adopción del Tamagotchi humano

El sábado llovía sobre mojado. El agua caía con tanta fuerza que cada gota parecía querer taladrar el tejado de chapa que cubre parte de la sala (la que está robada a la legalidad del ayuntamiento). Mi nula imaginación me hizo suponer que en el pueblo de mi tita Puri, Bobadilla Estación, también estaría diluviando, y, como Guille se había ido -no vuelve de Barcelona hasta el próximo lunes- y no había ningún trabajo pendiente, decidí ir a verla para intentar servirle de distracción durante el rato de lluvia. Iba a ser una visita corta: desde después de comer, a no más allá de la hora de la merienda; tal vez llevarla a casa de mi madre, si el tiempo seguía malo. Pero en Bobadilla la lluvia era suave, un molesto chirimiri, nada más. Aunque había llamado avisándole de mi llegada, mi tía no estaba en la casa. Dos timbrazos y quien apareció fue su vecina. Me avisó que mi tía estaba en un velatorio. Se ofreció a acompañarme con tanta insistencia que, aunque no me gusta  molestar a extraños y la señora parecía haberse cambiado de ropa para estar cómoda dentro de casa (vestía una bata de medio luto y calzaba zapatillas) le agradecí que me guiara. No llegamos a nuestro destino porque nos encontramos con mi tía en mitad del camino y regresamos a la casa, cada una de ellas aferrada a uno de mis brazos y yo en medio (me da la sensación que mi tía se vuelve más o menos achacosa dependiendo de los males ajenos -puro mimetismo-).

La vecina amable fue invitada a pasar un rato con nosotras. Pronto me enteré que ella es la famosa señora de 80 años que no ha recibido subvención para arreglar su casa, aunque está destrozada por las inundaciones de finales de septiembre. Hay gente con más medios que ella y con menos desperfectos que sí le han ayudado para arreglar, al menos, lo más urgente. Le han negado toda clase de ayudas porque, supuestamente, su única hija vive con ella -supongo que para poder desgravar en hacienda por tener al cuidado a un ascendiente-  (aunque no la ha visto en los últimos 10 años -se mudó a Madrid- y de su existencia aún en este mundo se entera porque todas las navidades le manda una postal felicitándola. Un año de estos dejará de recibir postales y ella supondrá que su hija ha muerto).

Cuando llegó la hora de mi marcha, volvió a llover fuerte. Mi tía me pidió que me quedara, no por miedo a que le pasara algo malo a ella si se quedaba sola en la casa, si no por miedo a que yo tuviera un accidente en la carretera (ha aprendido qué significa aguaplaning y le aterra). Acepté y de repente me vi convertida en una de ellas: con una bata color azul eléctrico que mi tía compró por 15 euros en el mercadillo que ponen cerca de las vías del tren dos veces a la semana, unas zapatillas con piel de borrego en su interior que sofocaban mis pies acostumbrados a la desnudez, y arrimada a la candela (un brasero eléctrico bajo la mesa camilla).

Hablaron de la difunta. Mi tía y su vecina son creyentes, imagino que por la misma razón que mi madre: existe tanta injusticia en este mundo que necesitan creer en la justicia divina (que los malos serán castigados; nada de recompensas por estar siempre al lado de Dios y nada de vida después de la muerte). De la difunta afirmaban que se ha ido a descansar. Al parecer el marido la maltrataba. Habladurías con un solo fundamento: el marido quiso gastarle una broma a la mujer y le sustituyó el colirio por un bote de pegamento instantáneo. A la mujer se le perforó el ojo y lo perdió. No hubo denuncias. La inconsciencia del marido fue tomada como una broma que salió mal.

Durante la cena vimos la televisión (la primera no, que ahí son todos unos comeollas) luego jugamos al siete y medio y antes de las once, ya estábamos en la cama.

Al final regresé el lunes al medio día, y por que no me quedaba más remedio, por el trabajo. 

5 comentarios:

  1. Creo que vez de al siete y medio hubiese resultado más divertido ese juego vil que tan bién describe D. Mendo a Magdalena.

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. No recordaba que Don Mendo y Magdalena hablaran de este juego: (he tenido que buscarlo en Internet -qué inculta soy-)

      MAGDALENA.- ¿Juego?

      MENDO.- Y un juego vil
      que no hay que jugarlo a ciegas,
      pues juegas cien veces, mil,
      y de las mil, ves febril
      que o te pasas o no llegas.
      Y el no llegar da dolor
      pues indica que mal tasas
      y eres del otro deudor.
      Mas ¡ay de ti si te pasas!
      ¡Si te pasas es peor!

      Eliminar
    2. MAGDALENA: Y vos Don Mendo...
      DON MENDO: Serena, escuchame Magdalela,
      que no fuí, yo no fuí,
      fue el maldito Cariñena,
      que se apoderó de mi.
      Entre un vaso y otro vaso,
      el Barón las cartas dió...
      Divertidisima obra que se de memoria algunos versos.

      Eliminar
    3. Quría decir:
      Que no fui YO, yo no fuí...
      Hombre inculta... Una persona que es arquitecto a arquitecta, nada menos que cultiva una de las BELLAS ARTES, de todo los tiempos.

      Eliminar