domingo, 12 de febrero de 2012

Sumergidos en el pasado

"Lo que dices de que la zona antigua no se puede rehacer me lleva a un pensamiento que he tenido ya muchas veces. A mí me gusta mucho todo lo antiguo y, en principio, siempre pienso que hay que conservarlo. Pero por otro lado, me pregunto por qué le damos tanto valor a lo antiguo, por qué queremos conservar esas casas que, como tú dices, no reúnen condiciones para una vida cómoda. Por qué, en resumidas cuentas, consideramos que eso tiene más valor que una casa moderna con comodidades, en una calle donde no te partes la crisma resbalándote por los empedrados (me pasó allí), por donde puede pasar un coche de bomberos o una ambulancia. ¿A ti qué te parece?"

Éste comentario lo hacía Ángela en la anterior entrada. La respuesta:

Yo creo que hay que utilizar le sentido común. Puede que a nosotros, como individuos, el trazado de una ciudad romana que no levanta más de unos pocos centímetros del suelo, nos parezca una tontería que lo conserven, pero seguro que hay quien de ese trazado (tan indiferente para nosotros) aprenda cosas de quienes fueron nuestros antepasados. Puede que para muchos la primera edición de El Quijote, la que tuvo Cervantes en sus manos, sólo sea papel digno de reciclarse, mientras a nosotros nos haga temblar las manos y humedecer las yemas de los dedos. 

Yo creo que, siempre que sea posible, se debe conservar, pero haciendo que prevalezca la seguridad de las personas. En los edificios de casi todo el Albayzín, por la obstinación de los técnicos -al menos así lo creo porque no le encuentro otra explicación-, hacen que importe más las piedras que las personas. Permiten que se rehabiliten los edificios -lo contrario sería aceptar que terminaran reducidos a ruinas- pero a veces son tan draconianas las condiciones, que los habitantes de esas viviendas, por lo general personas mayores que han vivido toda su vida en ellas, no pueden asumir los gastos que implican las exigencias de Patrimonio y terminan dándose por vencidos. Dependiendo del grado de protección que tengan las viviendas, permiten hacer una u otra cosa. Muy a menudo hay que presentarles cara y hacerles ver lo poco sensato que es lo que exigen: como la obstinación de obligarte a conservar la misma distribución de la vivienda (bien que se conserve el volumen -los patios, el número de plantas... los huecos (y esto sólo a veces). Pero, ¿cómo imaginan que una distribución del siglo XV se puede adaptar a las necesidades de una familia del siglo XXI? Cuando sus cuartos de baño, en el mejor de los casos, era una especie de placa turca que desembocaba en una fosa séptica abierta en el patio. Y crecemos: tenemos la manía de ser unos centímetros más grandes que nuestros padres... así, durante generaciones. Mientras que para un individuo de hace seis siglos, un techo a 1.80 m del suelo podía resultar confortable, para un sujeto de la actualidad, no sólo resulta claustrofóbico, es incómodo y peligroso. Con esto no quiero decir que sea partidaria de que tiren todos los edificios que no cumplan con un mínimo de condiciones de habitabilidad y comodidad para los sujetos de hoy en día. Tenemos medios para rehabilitar los edificios y hacerlos confortables, conservando lo que merece ser conservado. Si se obstinan en intentar que todo quede como se hizo originalmente, tal vez deberían cambiar el concepto de esta parte de la ciudad y considerarlo como un museo, no aceptar que sea habitado y permitir la libre circulación de los turistas (pagando, por supuesto, que para eso tenemos un Ayuntamiento que sabe sangrar hasta a los muertos). 




La belleza de todas esas casas de las que sólo vemos las fachadas, o las tapias, porque a veces son cármenes, está en el interior, a menudo tan escondida, que sólo aparece cuando se tiran las paredes. 

La fotografía pertenece a la rehabilitación de una vivienda que hicimos en la Calle Elvira (fue una pesadilla). Nos exigían conservar la fachada principal con los huecos, la distribución interior y las alturas. Al principio tenía pocos elementos catalogados, pero a medida que fuimos tirando paredes, fueron apareciendo muchos, como la ménsula de madera de la imagen. El promotor de la vivienda mide 1.80 m y el ático medía 1.70 m. Conseguimos que el arqueólogo entrara parcialmente en razón: nos permitió cambiar la altura y sustituir parte de la fachada porque estaba cascada y prácticamente imposible de rehabilitar sin poner en peligro la vida de los operarios que trabajaran en ella y a los transeúntes; pero no conseguimos que aceptara la modificación del hueco de la escalera, lo que implicó que a la fuerza hubiera cabezada (que te das golpes con el techo de la escalera cuando bajas o subes). 

Para los problemas de las calles estrechas: imaginación. Los bomberos pueden subir en moto y en los lugares de más complicado acceso, colocar Bies (Bocas de incendio equipadas). Las ambulancias... hay vehículos pequeños que pueden sustituirlas.

Ahora el ayuntamiento, insensato derrochador, planea colocar un funicular que comunique la Alhambra con el Albayzín. Pero a mucha gente no le da pereza subir hasta allí, simplemente no pueden caminar por el empedrado de sus calles.  

2 comentarios:

  1. ¡Guau, menuda respuesta! Muchas gracias. La última vez que estuve en Granada (con quien es hoy mi marido), nos alojamos en un carmen.
    Estoy de acuerdo con lo que dices, conservar mientras se pueda y hasta donde se pueda. La idea de dejar el barrio entero como museo no es ninguna tontería, fíjate. Pero eso no se les ocurrirá. Cuando estuvimos nosotros, en 2005, visitamos la Abadía del Sacromonte. Éramos nosotros dos y un grupo de cuatro o cinco jóvenes de distintos países. De todo el grupo, yo era la única que hablaba español. La guía, una chica muy maja, sabía poco inglés y no se apañaba para explicar, así que allí actué yo de intérprete. Fue muy divertido, pero me pareció muy significativo. Allí tienen cosas de mucho interés, como los libros plúmbeos, y sin embargo no parece que les importe mucho enseñárselo al mundo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. He sido un poco "extensa" en la respuesta. Perdona. Pero es que este tema de las reformas y rehabilitaciones me fascina. Amoldar lo nuevo -la estructura, generalmente metálica- a la carcasa de lo viejo.

      Puede que sea un poquito exagerado eso de convertir todo el barrio en un museo. Lo bueno que tiene ahora es que es un barrio vivo. En primavera las plantas escapan de esas tapias tremendas, tan abruptas por carecer de adornos o huecos, pero que te hacen imaginar qué esconde su interior. Y ahora, en invierno, cuando paseas a última hora de la tarde o por la noche, todo el barrio está lleno de olor a candela, al fuego de las chimeneas encendidas. Lo que sí sería muy interesante es que dejaran entrar en muchos de esos cármenes o casas señoriales, que desde fuera sólo parecen tapias que no llevan a ninguna parte.

      Granada, tienes toda la razón, es una ciudad que no se sabe vender. Tiene un montón de cosas interesantes, pero, exceptuando la Alhambra y tal vez la Catedral, todo lo demás queda como olvidado. (Un paseo muy interesante es recorrer la calle San Juan de Dios, haciendo parada en todos los templos que en ella hay). Pero puede que ahí también radique su encanto: poder visitar la Madraza, o el monasterio de la Cartuja, o los baños árabes, sin que exista una aglomeración de gente.

      Eliminar