martes, 14 de junio de 2011

Tolerancia

El sábado estuvimos en Almuñécar, celebrando que el promotor de una vivienda había aceptado las condiciones de seguridad para su obra. Cuando se lucha contra la naturaleza, si se quiere que prevalezca la seguridad, hay que gastar dinero, mucho dinero. De haberse negado el promotor a colocar un sistema de seguridad con un muro de micropilotes, la mitad relacionados con esa obra, habríamos tenido que renunciar porque las pocas ganancias se las habrían llevado los seguros; y la otra mitad, simplemente habrían aceptado ir al tajo, por necesidad, sabiendo que ese día podría ser el último para ellos.

El grupo era muy heterogéneo. Nicomedes, el aparejador, un señor de 50 y pico años de ideología de izquierdas; Miguel, el constructor, también 50 y pico años, ideología de derechas; Manolo, el encargado de la obra, cuarenta y pocos o treinta y muchos mal llevados, sin ideología, con una sabiduría que te hace confiar en él, a pesar de no tener estudios; Guano, lo llaman así porque la pronunciación de su hombre se le parece, pero realmente no sabemos cómo se escribe, cuarenta y algo años, de Uganda, con ideas propias muy extrañas (difícil definir su ideología), en la obra hace un poco de todo, desde vigilante a encofrador; Guille, topógrafo, 37 años, ideología centro derecha. Yo (Niña, perita, (silvido)-oye, tú!! o Rebecaaaaaaa), 29 años, la arquitecta. Se habló de lo divino y lo humano, con una tranquilidad pasmosa. Aceptando las costumbres y gustos ajenos, aunque no se comprendieran; sin censurarlos, sin pensar que se era más o menos que el otro, rebatiendo todo aquello con lo que no se estaba de acuerdo con fundamentos, y a ratos, esforzándonos en encontrar lugares y pensamientos comunes, a pesar de las diferencias. Disfruté. Llevaba demasiado tiempo intoxicada con el fundamentalismo de algunos foros y chats, donde son capaces de sacrificar la admiración que se siente por un arquitecto o un escritor por insignificancias del tipo poner una pared de ladrillo visto, asistir a una boda real o ir a la Romería del Rocío. A veces me gustaría estar bajo la piel traslúcida, transparente, tenue, de quien censura con tanta facilidad; a las que todo parece afectar, hasta el más insignificante de los detalles, las que consideran un ataque personal que no se piense como ellas. Yo siempre he tenido una vida regalada, he sido mimada más de lo merezco, y a pesar de ello, a medida que he ido madurando, se me endureció la piel. ¿Cómo habrán sido sus vidas para poder censurar con tanta facilidad? (Por nimiedades y sin tener todos los datos).

Me gustó cuando salió el tema de la Guerra Civil Española. "Ahora la gente habla con mucha facilidad -comentó Miguel-. Se atreven a criticar a los que eran rojos y se lo callaron durante la dictadura. Pero, ¿qué hubiéramos hecho cualquiera de nosotros si hubiéramos estado en su lugar? Si te aplastan la papada con el cañón de una pistola, era capaz de cantar El Cara al Sol haciendo palmas con las orejas. Eso de morir de pie que vivir de rodillas es muy bonito para quien no tiene familia ni ganas de seguir viviendo. Las ideología se pueden tomar unas vacaciones si te va en ello la vida".

2 comentarios:

  1. Estamos llenitos de prejuicios, pero lo peor de todo es que no nos damos cuenta. Yo creo que nos vendría muy bien mirarnos al espejo atentamente, sin más objetivo que mirarnos. Me da la impresión de que muchas veces esperamos de los demás que hagan más de lo que nosotros mismos somos capaces de hacer. Es como si no nos identificáramos con el resto de los seres humanos, como si hubiera una desconexión, una falta de compasión total y absoluta, una exigencia de perfección, de coherencia, de integridad que está completamente fuera de nuestro alcance. Yo tenía un compañero de trabajo hace muchos años que decía que los defectos que más nos molestan de los otros son nuestros propios defectos.

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  2. Intolerancia es lo que predomina, creo. Hay quien considera un sacrilegio que se tenga opiniones diferentes a las suyas. Me gustó la reunión del otro día porque todos aceptábamos que se tuvieran opiniones diferentes. Nadie levantó la voz porque se le llevara la contraria o se pusiera un punto de vista diferente. La tolerancia, creo, nos hace más libres

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