domingo, 9 de julio de 2017

A Dios rogando ...

Siempre pensé que el agua bendita de la iglesia de mi colegio la aliñaban con colonia. Cuando los miércoles, día de misa obligada, entraba a primera hora de la mañana, olía a lavanda. Y dudo que fuera efluvios desprendido de las hermanas. Ellas no se permitían ningún gesto de coquetería. Exceptuando un mínimo (sí, está subrayado) de higiene. Luego la iglesia se llenaba y el hedor a animal encerrado y a cera quemada, devoraba el delicado perfume.

Supongo que Mickey es culpable de que estos días recuerde más que nunca mis días escolares. Hoy anda lejos, en Almería. En un evento familiar. Mis hermanos y cuñadas en Barcelona y Valencia. Mis amigas las divorciadas, en la playa de Málaga. Y mi madre en Loúrdes, poniendo velas a todo dios. En ese "a todo dios" incluye a Montoro (el ministro de Hacienda). Asegura que ese tío tiene el alma muy negra, porque, ¿cómo permite que una pensionista que cobra 500 euros al mes tenga que pagar 1.000 euros en una dentadura postiza y tratamiento dental? (se refiere a mi tía Lola, que se encuentra en esa situación).

Hace un rato me mandó un whatsapp. ¿Quieres que le ponga una vela al desgraciado? (Guille ha perdido su nombre, ahora todos lo llaman desgraciado, ex o algún epíteto igualmente cariñoso). Llevo toda la mañana ociosa. Y, como ella temía, tener la mente ocupada en temas que no sean el trabajo, me ha hecho enfadar, y mucho; pero no con Guille, que casi llego a comprenderlo. Quien me ha hecho enfadar, hasta convertirme en una locomotora de vapor, como esos personajes de dibujos animados que se van poniendo rojos poco a poco hasta que estallan, es Puigdemont. Su obstinación y majadería no están siendo inocuas. Deberían pasarle cuentas de todos los negocios que se están perdiendo por la inestabilidad política. Por colaborar con un grupo constructor catalán, he perdido la oportunidad de proyectar un hotel en un edificio de 1870 en el centro de Málaga. Es un concurso privado por invitación. Quince participantes. Pero teníamos bastantes oportunidades. Era como un regalo para la imaginación. Nos hincan puñales quienes, se suponen, nos deberían proteger.

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