miércoles, 28 de diciembre de 2016

La noche más larga

¡Vaya mierda!

He tenido amigos en la cárcel (porque se lo merecían, pocos son los inocentes encarcelados), a los que he escrito cartas. Solía poner después de la despedida: Y saludos a los revisores muak muak. Mis amigos me advertían que les entregaban las cartas abiertas para que evitara poner cosas libidinosas, aunque saberme leída por terceros, en una época de mi vida, era más un acicate que un freno para dar rienda suelta a mi imaginación más lujuriosa. 

Las cartas peligrosas, si salen de la cárcel, es para llegar a las manos de un juez. Pero algo funciona mal en nuestro perfecto mundo de derechos y deberes. Un hijo de puta llamado Iñaki Bilbao, un terrorista expulsado de ETA, ha escrito una carta llena de majaderías fantasiosas, más propias de un adolescentes imberbe que de un adulto (frases típicas y manidas con las que rellenábamos los márgenes de los libros y las carpetas en el instituto) y El País puede dar hoy fuelle, necesariamente con el beneplácito del juez, a esas palabras descerebradas que deberían estar encerradas en un cajón. 


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