viernes, 25 de marzo de 2016

La estrategia de la ensaimada

Me han insultado. He recibido un correo electrónico con una única frase: Eres una cursi insoportable. Creo que no estaba tan cabreada desde el día que en el blog de Antonio Muñoz Molina me llamaron niñata de tres al cuarto. En aquella ocasión no me irritó que intentaran molestarme menospreciándome, fueron las palabras que utilizaron. En un lugar lleno de intelectuales, gente muy lista, donde se suele cuidar el lenguaje, me zahirió que utilizaran una expresión digna de un grupo de pandilleras adolescentes. 

De lo de insoportable, no me puedo hacer cargo. Es ridículo que algo en Internet nos resulte insoportable porque tenemos muy fácil deshacernos de ello (cruz, en la parte superior derecha de la pantalla). Y de lo de cursi... sí, lo admito, me han pillado. Soy cursi. ¿Cómo negarlo? En estos momentos, siempre que Guille no está presente a la hora de comer, suelo disfrutar viendo algún capítulo de esta serie: 


La historia entre los protagonistas principales es bastante insulsa, pero la del gánster con la Lolita, resulta entretenida. 

Admitir que veo esas series es delatar que además de cursi soy friki, hortera y no muy inteligente. Por supuesto, me gustaría no tener ninguno de estos defectos, pero negarlos sólo es mentirme. A veces, para disimular, utilizo la estrategia de la ensaimada (como esos señores que para disimular una calva evidente pegan a su cuero cabelludo desnudo un mechón de pelo muy largo al que le dan vueltas y más vueltas). A veces, hago lo mismo con las ideas, les doy vueltas y más vueltas para ocultar los defectos que delatan, pero, al igual que la calva brilla bajo el sol, mis defectos afloran por poco que se preste atención a lo que suelto en este blog o algunos foros. No puedo fingir ser quien no soy. 

Por supuesto, el cabreo no es porque me hayan llamado cursi, que lo soy, el cabreo tiene su origen en que sólo me han llamado cursi. 

Me robaron el sueño al hacerlo. Buenas noches.

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