domingo, 13 de marzo de 2016

Cuando las palabras no sirven de consuelo

Consejos para quienes tienen un enfermo de cáncer (algunos comentarios son de perogrullo, pero se suele tener la mente embotada porque es una enfermedad que abruma y a veces no se cae en la cuenta de lo más evidente). 


- En todo momento hay que guiarse por la intuición.
- Los productos milagro fuera de la medicina convencional no existen. Es absurdo consumir esfuerzos y dinero en conseguirlos. Con regularidad suele salir alguno que se hace famoso entre los enfermos oncológicos. Cuando mi padre estuvo enfermo eran unas setas que había que pedir al País Vasco, costaban un ojo de la cara y supuestamente servían para suavizar las consecuencias de la quimioterapia. En realidad eran alucinógenas y le hizo más mal que bien porque la euforia que le producía al tomarlas acababan con sus fuerzas. Los porros sí sirven para mitigar las nauseas. 
- No utilizar perfumes ni productos de limpieza fuertes junto al enfermo. La morfina o la quimio les hace tener el olfato más sensible y es posible que algunos no se quejen por cortesía. 
- No invitéis a casa a nadie después de ser sometido el enfermo a la quimio: necesita tranquilidad.
- Algunos enfermos quieren que se les sujete la frente mientras vomitan, otros prefieren la soledad. Si no se conocen las preferencias del enfermo, mejor preguntárselas directamente.
- La quimio, a veces, quema el esófago y llena de heridas la boca: no hay que forzar al enfermo a comer. Hay que buscar alimentos suaves. A mi padre le gustaba el melocotón en almíbar.
- No hay que tener miedo de la morfina. Cuando el enfermo deje de necesitarla, no la echará de menos.
- Antes de que todo empiece, preguntad al médico si es posible que en el futuro sea necesario un auto trasplante de médula. La quimio la deteriora y es posible que cuando sea necesaria, esté inservible (es complicado, aún entre los familiares más cercanos, encontrar un donante de médula).
- Haced caso a los médicos, y no retraséis lo inevitable a costa de sufrimiento.
- Haced caso a los consejos si las defensas bajan.
- Y si hay suerte, una vez superado, comprobad con regularidad la temperatura del exenfermo. No lo canséis poniéndole el termómetro. Tocarle el brazo o la frente, es suficiente, o espiar su respiración: si es acelerada, es posible que tenga fiebre. 

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