martes, 16 de junio de 2015

Nos vigilan

Mi prima Tani es la única que ha heredado el color verde de los ojos de mi abuela. Alguno más de mis primos los tiene también verdes, pero los de ella son muy puros, sin rastro de color marrón. Con una genética que es un asco (dislexia y la mala costumbre de morir jóvenes) está bien beneficiarse de una de las pocas cosas que pueden favorecer a llevar una vida mejor (sus ojos verdes son muy llamativos y la belleza, aunque se afirme lo contrario, ayuda muy a menudo). Como contrapartida también ha heredado lo que mi madre llama la montaña de granos de arena de la familia: tenemos la mala costumbre de atormentarnos por nimiedades, cualquier minucia, por insignificante que sea, se convierte en una gran preocupación. 

Ayer coincidí con ella en casa de mi tío de Málaga. Ahora que no trabaja, lleva una vida sencilla en Murcia. Convive con otro de mis primos, que no lo es suyo. Salen adelante con lo poco que él gana haciendo chapuzas a domicilio. Antes era cajero en un banco. No sé por qué medios, ni ella me lo ha querido decir, se ha enterado que están vigilando sus movimientos bancarios por blanqueo de dinero. Llora y se frustra. Ya ni siquiera tiene coche, sus gafas son de hace cuatro años, hace siglos que no va al dentista y la ropa que usa o es vieja o de mercadillo. Lo que antes consideraba necesidades básicas, ahora se han convertido en lujos. ¿Tengo pinta de estar blanqueando dinero?, pregunta. 

Mi prima cree conocer la sinrazón por la que la están vigilando. Cinco o seis meses al año su hermano le da dinero para que se lo meta en el banco. Mi primo trabaja, los bancos únicamente abren en horario laboral, ella está desocupada, sólo es un favor que le hace. Para ahorrarse los 3 euros que cobran por comisión los bancos si alguien hace un ingreso en una cuenta que no está como beneficiario, primero mi prima lo ingresa en su cuenta y luego le hace una transferencia a su hermano. La cantidad total no supera los 3.000 euros anuales. Se amarga. No sabe si ha hecho algo mal, si existe algún delito en unos actos que a todos nos parecen completamente inocentes. No hay forma de tranquilizarla. Si todo lo he hecho bien, ¿por qué me vigilan?, pregunta. Porque debe ser muy frustrante vigilar a quienes sí cometen delitos, a los poderosos, a los políticos, a quienes mucho tienen; porque a ellos se les suele perdonar todas las fechorías que hacen . Pienso, pero callo, por no atormentarla aún más. 

1 comentario:

  1. La ley es para aquellos que no la quieren romper. La verdad es que no hay palabra de consuelo para tu prima. Le entiendo perfectamente leo eso en las noticias locales todos los días.

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