A veces, cuando tengo mucho tiempo libre, lo desperdicio. Hoy hace un día espléndido de primavera, por el sol y la temperatura, aunque a eso de las dos y media de la tarde ya se perfilaba la luna como una mancha blanca en el cielo muy azul. No apetece permanecer encerrada. He llamado a mi aparejadora, por si le apetecía dar una vuelta o ir al cine (quiero ver la película Ocho Apellidos Vascos), pero está ocupada. Hemos quedado para la semana que viene. Podría salir sola, pero estoy tan cansada que seguro que a la media hora estaría de regreso. La pereza me impide iniciar cualquiera de las mil cosas que se me ocurren hacer para matar el aburrimiento.
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