jueves, 30 de mayo de 2013

El ritmo del corazón

Me gusta que comience a hacer buen tiempo porque Guille duerme sin camiseta. Me gusta pegar la frente a ella y adormilarme así. A menudo despierta con la espalda babeada (animalito mío). En una ocasión, uniendo los lunares de su espalda, le dibujé con bolígrafo un smile de sonrisa gigante y ojos pequeñitos. Por la mañana se duchó, pero el bolígrafo no se va tan fácilmente y cuando por la tarde volvió a ducharse después de jugar al fútbol sala, los compañeros se cachondearon de él. Pero Guille no se enfadó. Guille no tiene la capacidad de enfadarse. Siempre razona. 

Esta madrugada, cuando comenzaba a dormirme, el corazón comenzó a latirme con tanta fuerza que me desperté del todo. Cuatro horas en observación en el hospital. No era nada. Sólo un ataque de ansiedad. Un ápice de enfado en el tono de voz de Guille: Si me moleta algo, ¿por qué me lo callo? Pero no hay nada que me moleste. Tal vez la lentitud del paso del tiempo, la pereza de todos en resolver los problemas, ver cosas para las que no hay solución... pero, ¿se puede luchar contra eso? 

2 comentarios:

  1. Me alegro que todo haya quedado reducido a un pasajero, pero angustiante, momento de ansiedad (Lo se por experiencia).
    Por favor, lea mi segundo comentario a la anterior entrada. Jamás en mi vida he comentado algo hiriente para los demás, a no ser que, por mi torpeza, no haya interpretado correctamente lo leido.

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    1. Sí, es muy desagradable y asusta bastante porque parece que es algo peor. Y para colmo, cuando volvemos a casa, todo cansados (los hospitales agotan más que curan) justo bajo nuestra terraza había una orquesta tocando música como de semana santa -a la que soy alérgica-. Menos mal que no estuvieron mucho tiempo.

      Ya contesté a su anterior comentario. La torpe fui yo, que no me expresé con claridad. Ya sé, por sus anteriores respuestas y por lo leído en su blog, que es incapaz de hacer comentarios hirientes. Mil perdones por haberme expresado de forma tan desafortunada.

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